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  • Formación

    Una tragedia y el SENA formaron a Fabián para el éxito

    Valledupar (Cesar)
    miércoles, 10 de agosto de 2016
    Historia de un colombiano que considera que la formación de la entidad en que más confían los colombianos fue una de las razones que le devolvieron la esperanza luego de perder una pierna.
    Fabian ejemplo de superación en el sena
    Fabián también hace capacitaciones a personas de la tercera edad para que sepan usar una computadora. Dice que no se siente incompleto y asegura que a pesar de su discapacidad está mejor preparado que cualquier otro para trabajar.

    Hay dos etapas de la vida de Fabián Araque que están talladas en su mente. La primera es la amputación de su pierna izquierda cuando apenas tenía solo siete años, y que estuvo a punto de costarle la vida. La segunda, su formación en el SENA.

    Las dos hicieron forjar una filosofía que la lleva presente cada vez que respira, escucha y camina apoyado de sus muletas: "Tengo que superar los obstáculos que se me atraviesen. No importa cuál sea", dice.

    A sus 33 años ha hecho una simbiosis de sus pensamientos y la razón de ser del SENA, la cual dice que se aprende haciendo; le tocó manejar bicicleta solo con su pierna derecha, costándole varios porrazos, y también aprendió a nadar en el frío y a veces caudaloso Río Guatapurí, sin un salvavidas.

    "Así ha sido el SENA para mí, un espacio en donde preparan al aprendiz para que pueda desenvolverse en el mundo laboral y pueda salir victorioso y único. Por eso no dejaré de pensar que la institución es todo para mí", cuenta.

    La coraza de Fabián comenzó a formarse en Valledupar desde aquel día de 1989, cuando, a sus siete años, en un partido de fútbol con unos amigos, se fracturó varios huesos de su pierna. A su corta edad no sabía lo que realmente le había pasado y ni lo que horas más tarde iba a ocurrir.

    Sus padres lo llevaron a un médico, quien decidió enyesarle la pierna, pero a las 12 horas se le generó una gangrena que primero afectó sus dedos y poco a poco fue adueñándose del pie. Efraín Araque, padre de Fabián, se dio cuenta de lo que sucedía, le avisó al médico y la respuesta que recibió fue que "el color negro en los dedos y las uñas era producto de la suciedad y que mi mamá no me había lavado bien".

    El aspecto de la extremidad empeoró; los padres de Fabián se animaron a ir a un hospital, donde les dieron la cruel noticia que a su hijo, al que le gustaba jugar fútbol y correr, debían cercenarle la pierna para salvar su vida. La cirugía fue autorizada y enviaron al quirófano al niño, que aún no sabía lo que pasaba y solamente escuchaba de su padre frases como: "no te preocupes, ahora salimos de aquí".

    Pero no fue así. Cuando el cuerpo médico llevaba poco tiempo de operación los signos vitales del pequeño Fabián disminuyeron, su corazón y los pulmones dejaron de funcionar, la preocupación reinó en el lugar y todo lo que hicieron fue inútil; para el cirujano no había nada qué hacer, el paciente estaba muerto.

    "Comenzaron a desconectar los cables que tenía y de repente mi corazón volvió a latir. Le informaron a mis padres lo que sucedió y ellos autorizaron que me amputaran la pierna de inmediato.  Mi papá dice que yo soy un milagro de vida", cuenta Fabián sonriendo al recordar ese momento.

    Claro está, aquel niño no entendía todo lo que había pasado. Cuando despertó la histeria se apoderó de él al no ver su pierna izquierda; gritó, lloró, se sintió incompleto y se hizo daño al quitarse los puntos en la zona de la cirugía.

    Los médicos les sugirieron a sus padres que estuvieran pendientes, incluso, vaticinaron que antes de los 15 años podía quitarse la vida, un trágico desenlace de esta historia que hasta el momento tenía tintes de melancolía.

    Durante los seis meses siguientes no hubo tranquilidad para la familia Araque; el pequeño Fabián permanecía sedado y enfermo por los virus que había obtenido en cuidados intensivos.

    Tras salir del hospital y regresar a su casa, el humor del joven no cambió. Para evitar alguna tragedia, el señor Efraín pasaba despierto durante la noche, mientras su esposa dormía, y al siguiente día la pareja cambiaba de papel.

    "Ajá, así nos tocó, pero teníamos que hacerlo, es nuestro hijo", narra Efraín.

    La etapa triste de este capítulo cambió cuando en una madrugada Fabián despertó y encontró llorando al pie de su cama a sus padres y a su hermano.

    "A mí no me gustaba que me visitaran, quería que el cuarto estuviera siempre oscuro; pero ver a mis padres y a mi hermano llorando me hizo cambiar. Solo tenía siete años y a pesar de no tener mucha edad sabía quién es Dios y por eso le pedía fuerza", confiesa Fabián, quien después de eso comenzó a asimilar su situación y a entender que podía vivir con la discapacidad.

    No perdió ni un solo segundo más postrado en la cama, comenzó a usar las muletas y salió a las calles con mucha más energía que la que tenía antes.

     

    SU FORMACIÓN

    Si hay algo que caracteriza a Fabián son sus ganas de echar para adelante. "Siempre está haciendo algo, no se queda quieto", comenta Yohomar Navarro, quien lo conoce hace muchos años.

    Precisamente esos deseos de superación lo llevaron a ingresar al SENA; como a muchos les pasa, no pudo entrar a la Institución en la primera ocasión en que se inscribió.

    Tuvieron que pasar dos convocatorias más para que finalmente este hombre pudiera cantar victoria. "La tercera fue la vencida", dice riéndose.

    "Fue difícil, pero ya sabes, no todo en esta vida es fácil; así que intenté e intenté y logré entrar al SENA. Así pude formarme como técnico en programación de software", cuenta.

    Cataloga su proceso formativo como enriquecedor porque sentía más de cerca cómo es el mundo laboral, considera que en la Institución mientras recibe el aprendizaje se obtiene la experiencia, como si se estuviera en el campo laboral.

    "Fabián tiene sus metas claras es muy estructurado, muy piloso. Fue vocero cuando se formó como técnico y siempre mostró liderazgo y fue digno representante de los aprendices", señala el instructor Jesús Bueno.

    Luego de culminar la carrera en 2010, Fabián no duró mucho tiempo desempleado, porque lo contrataron para que administrara uno de los puntos Vive Digital en la capital vallenata.

    Este año dejó ese puesto para convertirse en el coordinador de nueve puntos Vive Digital en la ciudad, "un logro que alcancé, entre otras cosas, gracias al SENA, pues fue allí donde adquirí los conocimientos".

    Es tal el deseo de superación que se inscribió nuevamente a la entidad en que más confían los colombianos para acceder a un cupo en el Tecnólogo en Sistemas, logrando de inmediato el ingreso.

    "Estudié cinco semestres de Ingeniería de Sistemas en una universidad local, pero nunca me sentí a gusto, solamente me daban teoría; en cambio, en el SENA es al revés, te prepara para lo que vas a vivir en una empresa. Siempre lo he dicho y siempre lo voy a decir", dice orgulloso.

    Este joven es meticuloso, es el primero en llegar a las reuniones que tiene, indaga, escucha, habla y enseña. Todo eso lo ha desarrollado por los obstáculos que le ha puesto la vida, pero también –asevera– por lo que vivió como aprendiz SENA.

     

    INSCRIPCIONES ABIERTAS

    El SENA tiene abierta –hasta el próximo lunes 15 de agosto– una nueva convocatoria para acceder a uno de más de 70.000 cupos para adelantar un programa de formación presencial titulada.

    Los interesados pueden inscribirse en www.sena.edu.co, ubicando en la página de inicio –en la parte inferior izquierda– el recuadro gris que dice 'Qué le gustaría estudiar' y siguiendo las instrucciones.

    Además, con el fin de ayudar a las personas que tienen dificultades de acceso a internet, funcionarios de la Institución están a lo largo y ancho del territorio nacional haciendo registros, casi que puerta a puerta, a través de la estrategia denominada 'Yo te inscribo'.

    Los ciudadanos también pueden obtener información a través de las líneas telefónicas gratuitas: en Bogotá marcando el número 5925555 y en el resto del país llamando al 018000-910270.

    Los aspirantes pueden elegir un programa académico como segunda opción; en este será admitido siempre y cuando haya disponibilidad de cupo, no haya sido seleccionado en su primera alternativa y tenga el puntaje mínimo requerido.​​

    Redactor: Renier Asprilla / MZR / agf
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