Claudia Mantilla es una bumanguesa, emprendedora y luchadora; desde muy niña ha batallado por conseguir sus sueños. Aprendiz destacada, colaboradora, siempre atenta a apoyar a los demás, se propuso una meta: ayudar a otras mujeres a salir adelante.
Al lado de su hija de 13 años, motor de su vida y su gran motivación, a quien le ha enseñado con ejemplo, la importancia de la dedicación y disciplina en cualquier camino que decida emprender en su vida, Claudia recuerda hoy, cómo siendo tan solo una niña, arreglaba los vestidos de sus muñecas, pasatiempo que le gustaba y disfrutaba por largas horas.
Lo que ella nunca imaginó es que al pasar los años, esos hilos, agujas, telas, alfileres, tijeras, canutillos y encajes, elementos que desde muy pequeña la hacían tan feliz, se convertirían en la base de su sustento y el de muchas mujeres a quienes les ha dado una oportunidad laboral.
“Cuando llegué al SENA en Floridablanca (Santander), a iniciar mis estudios de Tecnología en Diseño de Modas, sentí que mis sueños se estaban haciendo realidad, pero lo mejor es que sabía que podía hacer algo por los demás. Tenía claro que mi profesión debía servir para ayudar a otras mujeres, debía tener un sentido social”.
“Cuando llegué al SENA en Floridablanca (Santander), a iniciar mis estudios de Tecnología en Diseño de Modas, sentí que mis sueños se estaban haciendo realidad”.
Trasnochos, patrones, largas horas de estudio y uno que otro revés, así como su perseverancia y compromiso, le permitieron finalizar su formación como una aprendiz destacada, que con orgullo siente al SENA en su corazón, porque le dio la oportunidad de estudiar y hacer realidad sus sueños. Sus grandes ojos de un color oscuro, brillan de emoción al decir que con los conocimientos que le dio la Institución creó su propia empresa, en donde realizó su etapa productiva en una comunidad vulnerable, como lo es El Café Madrid, un barrio al norte de la capital santandereana. Su primer escalón de una carrera al éxito.
Los días avanzaron y notó que su empresa empezaba a dar frutos; necesitaba personal, así que decidió iniciar la búsqueda de los perfiles que requería. Tarea en la que se encontró con madres solteras con talento en las confecciones, a quienes empezó a capacitar y a quienes les ofreció jornadas laborales que les permitía atender sus hogares y cuidar de sus hijos, gracias a los espacios que ella misma acondicionó como jardín infantil en su taller.
LA LLAMADA QUE ABRIÓ LAS PUERTAS A UNA PASARELA INTERNACIONAL
Una mañana que transcurría como muchas otras, resultó el día más memorable en el trabajo de Claudia. Su teléfono timbró y al contestar, del otro lado del auricular, una voz emocionada le informaba que sus diseños habían sido seleccionados para exponerse en la Pasarela Latinoamericana por la Paz.
Esta vez sus obras hechas prendas de vestir, no sólo habían sido destacadas por su buen diseño y creatividad, sino además, por la historia que había detrás de cada una; el trabajo realizado por manos de mujeres que como ella, iniciaban su día antes de que el sol alumbrara la ciudad, en zonas vulnerables donde la pobreza y el abandono social han sido los protagonistas en la vida de los residentes de aquel lugar.
Ahora la realidad de Claudia y su equipo de trabajo se transforma en esperanza y nuevas oportunidades, en un camino que, paso a paso y de la mano del SENA, hace realidad sus sueños: ver sus diseños en escenarios internacionales como la pasarela EIMI (Exposición Internacional de Moda Infantil), plataforma que ha permitido que su trabajo llegue a los ojos de muchas personas y empresas entre ellas: Visión Mundial, Fundación Emiliany y Padres Somascos, a quienes confecciona la dotación del vestuario de sus trabajadores, aspecto con el que han logrado ingresos para mejorar su calidad de vida, la de sus familias y aportar a la construcción de un país equitativo y en paz.