En total, 80 personas se benefician con el proyecto, denominado ‘Reducción de carencias habitacionales’, en el que también participa la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, que aporta los materiales a través de un subsidio de vivienda por un valor aproximado de 8 millones de pesos.
“Los hogares cuentan con un esquema especial de acompañamiento individual tendiente a la reducción de carencias habitacionales, todo en articulación con el SENA, lo que refleja la cooperación interinstitucional con miras a la reparación integral de las víctimas en el restablecimiento de sus derechos y condiciones de vida”, indicó Ángela María Hernández Peña, directora territorial en Urabá-Darién de la Unidad para las Víctimas.
Los mejoramientos consisten en la construcción de 25 módulos habitacionales en madera, con pisos de concreto y cubiertas en lámina de zinc, y la construcción de 16 unidades sanitarias.
“A través del programa Atención a Población Vulnerable estamos formando a las familias para que sean ellas mismas, bajo la supervisión del instructor, quienes hagan la práctica, lo que garantiza la experiencia para conseguir un trabajo digno”, expresó el subdirector del Complejo Tecnológico Agroindustrial, Pecuario y Turístico, Elkin Humberto Granada Jiménez.
Ser víctimas de la violencia y retornar con la esperanza de un futuro mejor son características que unen a estas familias que a través de la formación buscan mejorar sus condiciones de vida.
Para llevar a cabo el proyecto de autoconstrucción, los aprendices han recibido 840 horas de cursos cortos en Estructuras en Concreto, Básico en Construcción, Básico en Oficial de Construcción, Emprendedor en Construcción de Viviendas, y Técnicas Complementarias para la Construcción.
Adicionalmente, algunos reciben formación en el programa técnico Operario en Construcción de Estructuras en Concreto, que tiene una duración de seis meses, tres de etapa lectiva y tres de etapa práctica desarrollada en los mejoramientos.
Para Euclides Antonio Alarcón Moreno, otro de los beneficiarios, la formación que han recibido no solo les sirve para desempeñar un trabajo sino que permite la integración familiar: “Acá entre todos nos hemos colaborado mucho en el mejoramiento que estamos realizando; ya llevamos el 90 por ciento de la construcción y puedo decir que he llevado a la práctica lo que he aprendido, como los trabajos de mampostería y la puesta de los pisos”.
EL RETORNO: LA ESPERANZA DE UNA VIDA MEJOR
Ser víctimas de la violencia y retornar con la esperanza de un futuro mejor son características que unen a estas familias que a través de la formación buscan mejorar sus condiciones de vida.
“Continuamos trabajando para garantizar la atención integral a las personas que, tras haber sufrido victimización por desplazamiento forzado, han decido retornar o reubicarse voluntariamente bajo condiciones de seguridad favorables en el sitio que ellos hayan escogido”, comentó la directora territorial en Urabá-Darién de la Unidad para las Víctimas.
Las familias finalizarán los mejoramientos de sus viviendas en junio.