​En Colombia existen dos realidades opuestas del conflicto armado que vive el país. Por un lado, historias como las de *Lucía, excombatiente del frente José María Becerra del ELN, quien confiesa, "antes no me importaba mi vida y mi futuro lo veía en una cárcel o en un ataúd" y, por el otro, la de María Leyda Gahona, cabeza de hogar y habitante de la Comuna 1 de Palmira, "Cuando uno se da cuenta de que su compañera es una excombatiente, se genera rechazo y trata de ser indiferente".

Sin embargo, estos dos mundos han aprendido a convivir en paz. Desde el 2014 Lucía inició su proceso de reintegración en Palmira, con la Comuna 1 y, ahora, lo que empuña en sus manos son telas de colores que transforma después de pasarlas por la máquina plana, el collarín y la fileteadora, y que terminan convertidas en vestidos o como, ella los llama, los "arreglitos" que le encargan. Terminó el bachillerato, ha realizado distintos cursos cortos de confecciones en el SENA y quiere hacer un técnico en confecciones porque "Espero independizarme y montar mi propio taller", explicó.

María Leyda también tomó otro camino, "Luego de experimentar una etapa de convivencia con excombatientes, entendemos que son mujeres muy valiosas, con mucho compromiso y que lo único que quieren es una oportunidad para cambiar su vida", concluyó.

Según cifras de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), desde el 2003, hay 57.305 personas desmovilizadas de grupos alzados en armas en proceso de reintegración a la vida civil. En el Valle del Cauca, hasta marzo de 2015, 1.232 personas están en el proceso de reintegración y 66 por ciento de esta población, se encuentra ocupada laboralmente.

El SENA, junto con la ACR les ofrecen a las víctimas y a los excombatientes formación en programas de emprendimiento, escalado industrial, trazo, corte industrial, confección de prendas de vestir, entre otros, que les permitirán en corto tiempo ubicarse laboralmente o crear empresa.

En el caso de Palmira, 22 mujeres víctimas y excombatientes de grupos armados ilegales ahora confeccionan su futuro, tejen nuevas relaciones de paz y construyen oportunidades para sus familias, "La Escuela Taller de Confecciones es un modelo exitoso de reintegración comunitaria donde las víctimas, los excombatientes y la comunidad conviven en paz y generan empleo. Actualmente, hay 300 mujeres de Palmira y corregimientos cercanos que quieren estudiar y están en lista de espera", explicó Rocío Gutiérrez, coordinadora regional de la ACR en el Valle del Cauca.

Hasta el momento, en la Escuela Taller de Confecciones, 100 mujeres se han certificado con el SENA. Son las mismas que antes pertenecían a las filas de los grupos armados ilegales, huían con sus familias por el conflicto armado o eran víctimas de la violencia urbana. Sin embargo, aprendieron a convivir en armonía, a hacer trabajos grupales y a ayudarse mutuamente, no sólo en temas de confección sino también, en la vida.

Dalila Yaneth Vargas, presidenta de la asociación Tejiendo Caminos para la Reintegración, que también hace parte del proyecto, afirmó que "Con este proyecto hemos rescatado muchas personas de la violencia. Las excombatientes, por ejemplo, han demostrado que son mujeres que se esfuerzan por aprender y llevar una vida más tranquila: su objetivo es sacar adelante a su familia para que los suyos no tengan que vivir lo mismo que ellas".

Historias como las de Lucía y María Leyda se repiten en todo el territorio nacional. Hoy cuentan con un pasado muy distinto pero comparten un mismo sueño: Seguir estudiando para ser empresarias en el mundo de la confección, darle un mejor futuro a sus hijos y contribuir a la construcción de paz, convivencia y reconciliación.

*(El nombre se cambió por petición de la entrevistada.​