​Competir es sinónimo de victoria, esfuerzo, alegría y también de sufrimiento. Quienes en su vida han tenido la oportunidad de estar en una prueba, conocen de primera mano que, así como se pueden tener días de gloria, también existen jornadas donde el fantasma de la derrota está presente. 

El horario del reloj del primer día de competencia en la habilidad Carpintería de Muebles aún no daba su segunda vuelta completa, cuando María Paula Páez, representante del SENA Boyacá en Worldskills Colombia 2018, se detuvo y pidió ser auxiliada por el grupo técnico de la prueba. 

Una psicóloga del Centro de Tecnologías para la Construcción y la Madera fue fiel testigo del difícil momento por el que pasaba la talentosa joven: su rostro bañado en lágrimas presagiaba que todo al parecer había terminado. 

“De un momento a otro mi mente se puso en blanco, me desconcentré, no podía pensar, tuve muchas ganas de tirar la toalla; hace poco tuve un accidente y eso, sumado a la presión de saber que tenía una gran responsabilidad con todo el mundo, hizo que esta crisis se presentara”, aseguró María Paula. 

Con el tiempo en contra, la aprendiz fue trasladada para el área de Enfermería del centro donde recibió no solo la atención del personal especializado, sino también una gran dosis de fuerza y energía para que regresara y siguiera en la competencia. 

“Dentro del acompañamiento que venimos realizando durante estos días a las competencias de Worldskills, nos encontramos con el caso de María Paula. Básicamente lo que hicimos fue estabilizarla, escucharla y apoyarla diciéndole que ella era lo más importante. Este trabajo es importante porque los aprendices en esas condiciones de competencia llegan a sufrir de estrés, ansiedad y depresión, aun cuando ya hayan realizado fuertes jornadas de entrenamiento”, mencionó Mayra Alejandra Aponte, líder de Bienestar del Centro de Tecnologías para la Construcción y la Madera del SENA Regional Distrito Capital. 

Tras un par de horas, y con la mente puesta en pasar la página de este infortunio, María Paula sacó fuerzas, de nuevo tomó los maderos y regresó para demostrar de qué está hecha. El tiempo perdido no fue impedimento, todo gracias a una imagen que ronda su cabeza y la estimula a cada momento. 

“Mi hija Salomé fue la principal motivación para volver a competencia. Ella tiene apenas dos años y cuando pensé en retirarme, mi primer pensamiento fue para ella. Pensaba qué le iba a decir cuando se encontrara, en un futuro, en una situación como esta. Así que mi hija fue mi principal motivación”, concluyó la competidora. 

Hoy, las lágrimas las canjeó por sonrisas; la angustia, por tranquilidad; la tristeza, por alegría. Sus delicadas manos comenzaron a trabajar con más fuerza, todo porque espera −si le es permitido− llevarle a Salomé el proyecto que ella está realizando en competencia, el proyecto que espera sea el número uno en Worldskills Colombia 2018.