Dicen que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y que de ser hallados culpables, tenemos derecho a una segunda oportunidad. Nada más preciso que estas premisas para el caso de Carlos Sánchez*, un soldado profesional, nacido en Santa María (Huila), quien a sus 30 años enfrenta un proceso judicial por los llamados 'falsos positivos'.
Recluido en el Batallón de Infantería Cacique Pigoanza, este hombre narra el porqué de su presencia en ese lugar, en el que durante 13 años prestó sus servicios a la patria y donde hoy cuenta los días que le hacen falta para conocer el fallo que lo condenará o lo dejará en libertad.
Mientras eso sucede, recuerda cómo aprovechó sus días en las clases de Armado de pequeñas estructuras modulares, muebles y artesanías en Guadua, impartidas por los instructores del Centro Agroempresarial y de Desarrollo Pecuario del SENA. Hasta allí llegaba el equipo humano de la Entidad, encargado de ayudar a estas personas a sacar provecho de su estancia en dicho espacio, donde durante un año tuvieron la posibilidad de aprender a transformar este material.
"La meta era ofrecerles otras alternativas, otras fuentes de empleo. Estas acciones les ayudan a ver nuevas opciones de vida, además de redimir la pena. Así mismo, fabricamos el aula y, con la ayuda del SENA y las Fuerzas Militares, acondicionamos un taller para que ellos pudieran trabajar en sus ratos libres", dice Manuel Augusto Calderón, instructor encargado.
De acuerdo con su versión, la estrategia le ayudó a estas personas a dar otro matiz a su espera y, de paso, se convirtió en la oportunidad para adquirir conocimientos en un área que les permitirá obtener otros frutos.