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  • Reconciliación y Paz

    “Me desmovilicé y dejé las armas para recibir educación”

    Medellín (Antioquia)
    martes, 21 de octubre de 2014
    Lo dice un hombre a quien llamaremos ‘Raúl’; él hace parte de los más de 35 mil integrantes de las Autodefensas Unidades de Colombia que se han desmovilizado en el país.
    “Me desmovilicé y dejé las armas para recibir educación”
    “Trabajo si hay, oportunidades también, pero es uno el que tiene qué buscarlas”, dice ‘Raúl’, mientras realiza sus labores en la empresa para la que trabaja desde que era aprendiz SENA.

    Lo dice un hombre a quien llamaremos 'Raúl'; él hace parte de los más de 35 mil integrantes de las Autodefensas Unidades de Colombia (AUC) que se han desmovilizado en el país.

     

    Se enteró, que a través de la Agencia Colombiana para la Reintegración, adscrita a la Presidencia de la República, podía acceder a formación para el trabajo entre los beneficios otorgados por  reintegrarse a la vida en sociedad. Él acepta y el SENA le abre las puertas para capacitarse.

     

    Sus palabras narran ese episodio desafortunado que vivió como paramilitar; las mismas que en un tono más entusiasta cuentan que ahora es un hombre feliz que logró recuperar su vida, formarse en lo que le gusta y gracias a esto tener un empleo digno, así narra Raúl su historia.

     

    ​​​Se estima que tan solo desde 2012 a la fecha, han pasado por la 'entidad más querida con los colombianos', 22.588 personas reintegradas y adolescentes desvinculados de grupos armados organizados al margen de la ley.

     

    Yo soy del corregimiento Juntas de Uramita de Cañas Gordas (Antioquia), allí me crie y como pocos en el pueblo, a mis 18 años de edad, terminé el bachillerato. Cuando eso habían dos opciones: ser guerrillero o paramilitar, y yo no quería ninguna de esas. Es que siempre me ha gustado estudiar, pero las condiciones económicas y sociales no me dejaron continuar en esa época.  Pero vea le cuento cómo fue que finalmente ingresé a las AUC.

     

    Estuve en Medellín pagando servicio militar, luego me mandaron a Puerto Berrío y cuando terminé y quise volver a mi pueblo no pude, porque había mucha  violencia. Pasaron siete largos años y  no podía ir por allá; en todo ese tiempo dejé de ver a mis papás, a mis hermanos y sobrinos. Las masacres eran constantes.

     

    A mi papá y a mi mamá les dieron 72 horas para desplazarse, eso fue como en el 2001. Me los traje para Medellín y aquí duraron tres meses porque ellos decían que como fuera,  tenían que volver a su pueblo a traer vivos o muertos a sus animalitos. Finalmente se quedaron allá y lograron volver a cultivar.

     

    A toda esa zona del occidente antioqueño estaba entrando el Bloque Élmer Cárdenas de las AUC, llegan a Juntas de Uramita y muchos de esos paramilitares era gente conocida del pueblo.  Resultó ser que ya todos mis amigos eran 'paracos' y me llamaron para que me uniera.

     

    En Medellín no tenía oportunidades –que  no suene a disculpa-, pero así era; o quizá no las busqué. Entro de nuevo al pueblo como paramilitar y luego de siete años sin poder ir, regreso armado.  Fue un año y medio que duré en esa vida,  andando por el monte, por todo el occidente y el Urabá Antioqueño.

     

    Un día llegan los comandantes y nos dicen: "va a haber una desmovilización, vamos a acogernos al programa de reintegración del Gobierno Nacional, ellos nos están proponiendo beneficios como tener cultivos, unos proyectos, estudio, un mejor futuro. Si están de acuerdo llenen esta hoja y el que no, se puede ir".

     

    Siempre quise estudiar y ahí se me estaba presentando la oportunidad. Además,  allá había vivido cosas muy duras, a mi primo que era como mi hermano –y también hacía parte del bloque-, lo amarraron dos días porque había incumplido las reglas, y  no pude hacer nada. Luego lo mataron.

     

    Mi bloque, el Élmer Cárdenas, fue el último grupo que se desmovilizó; ya nos estábamos quedando solos. El Ejército nos reunió cuando aceptamos la desmovilización, nos hizo unas actividades y luego entregamos las armas. Eso fue –si mal no recuerdo-, en el 2006.

     

    Vuelvo a la capital antioqueña como desmovilizado y me acojo en su totalidad al programa. Me tocó en el Alcaldía de Medellín, en el programa Paz y Reconciliación, y ellos en cuestión de días me llamaban para que ingrese al  SENA a estudiar si así lo quiero.

     

    Y sí, quería estudiar. Siempre quise seguir con mi formación. Entro con otros 25 desmovilizados al Técnico en Mantenimiento de Automotores, del Centro de Tecnología de la Manufactura Avanzada, del SENA Regional  Antioquia. Solo 12 personas terminamos el estudio.

     

    ​​A Raúl, uno de los más de 35.000 integrantes de las Autodefensas Unidades de Colombia (AUC) que se han desmovilizado en el país, el SENA le abrió las puertas para capacitarse.

     

    Me fue muy bien, aprendí mucho y me consiguieron las prácticas en una serviteca muy reconocida de la ciudad. Llevaba tres meses haciendo  prácticas, cuando me vincularon. Una gran oportunidad que cuando uno está en la ilegalidad ve muy lejana.

     

    Al tiempo, vuelven y me llaman del SENA para que me forme en la Tecnología en Mecatrónica y eso sí que era lo que yo quería estudiar. En la empresa ya llevo tres años.

     

    El SENA me ha dado demasiadas cosas, he sido muy 'de buenas'; tuve la oportunidad de conocer excelentes instructores y gracias a esa formación y a la Alcaldía de Medellín, que me ayudó a elaborar mi proyecto para desembolsar el capital semilla que me otorgaba el Gobierno, hoy tengo mi taller móvil de mecánica. Dos millones de pesos me dieron en herramienta especializada. Eso me ha servido para hacer cosas por fuera de la empresa y aumentar mis  ingresos.

     

    No es fácil reintegrarse a la vida civil, pero yo le digo a los que aún no toman la decisión: uno tiene qué ayudarse, el cambio está en nuestras manos.

     

    Mis papás me felicitaron cuando me reintegré a la vida en sociedad. Casi no los visitaba para no hacerlos sufrir, y ahora les colaboro en  todo lo que puedo y estoy más pendiente de ellos.

     

    Lo más 'duro' que hay en Colombia es ser delincuente y eso no vale la pena. Me levantaba a las cuatro de la mañana cuando era paramilitar, a trochar, a huir del Ejército y vea hoy en día: Alas 7:30 de la mañana  entro a trabajar, salgo a las 5:30 de la tarde y me voy tranquilo para mi casa a estar con mi esposa. ¡Eso sí vale la pena!

     

     LA REINTEGRACIÓN ES UN FACTOR CLAVE EN LA BÚSQUEDA DE LA PAZ

     

    "La formación  que recibió esta persona fue fundamental para su proceso de reintegración a la vida civil. El SENA no solo les da las bases en formación para el trabajo, también para que direccionen su proyecto de vida, su vida laboral y lo más importante para dejar las armas", dijo María Clara Gutiérrez, la orientadora de población vulnerable de la Agencia Pública de Empleo (APE) de la Regional Antioquia, que llevó el caso de Raúl.

     

    El hombre que nos contó esta historia y que llamamos 'Raúl' por su seguridad, es uno de los desmovilizados que el SENA, en convenio con la Agencia Colombiana para la Reintegración, ha formado en los últimos años. Se estima que tan solo desde 2012 a la fecha, han pasado por la Entidad más querida con los colombianos, 22.588 personas reintegradas y adolescentes desvinculados de grupos armados organizados al margen de la ley.​

    YA/dmb
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