Luego de partir desde la capital del país hacia Riohacha (La Guajira) para realizar algunos informes para el programa de televisión del SENA, nos dirigimos al municipio de Maicao en este departamento. La jornada arrancó a las 5 de la mañana en un recorrido que duró cerca de una hora.
De ahí continuamos 10 minutos más a Carraipía, en zona rural de este municipio ubicado al oriente del departamento, donde se encuentra 'La salvación', una de las fincas de las más de 20 familias que llegaron a esta zona como consecuencia del conflicto armado y el desplazamiento forzoso vivido por tantos años en diferentes partes del territorio nacional.
Con amabilidad, los campesinos nos abrieron las puertas de sus hogares y de sus corazones. En un inicio el ambiente fue tenso, pues no a todo el mundo le gustan las grabaciones y menos dar entrevistas; sin embargo, luego de intercambiar algunas palabras para romper el hielo, con cámara en mano arrancamos esta historia que los colombianos podrán ver este domingo (3 de julio), en un nuevo capítulo de 'SENA comunica TV', a partir de las 10:30 de la mañana por el Canal Institucional.
En este relato reflejamos como el conflicto armado y el desplazamiento forzoso, que por cerca de 60 años azotó al país por parte de las FARC, obligó el traslado de miles de personas a tierras ajenas. Es el caso de las más de 20 familias que llegaron a Maicao sin nada más que el dolor de perderlo todo, muchos de ellos hasta sus propias familias.
"Soy desplazada de Norte de Santander; mataron a mi esposo y me quitaron la finca. Cuando ya me vi sin nada, sola y con mis tres hijos en la calle, tomamos ruta y nos vinimos lejos; vinimos a dar acá". Con tristeza y algo nerviosa por recordar su doloroso pasado, Adela de Jesús Quinceno, afirmó durante la entrevista.
Como si se tratara de una terapia sicológica o una fuente de desahogo, los demás protagonistas se animaron a hablar ante nuestra cámara.
Eva Beltrán, también víctima del conflicto, con lágrimas contó: "Vengo de San Jacinto (Bolívar); con mi familia vivimos más de 2 años la guerra por los enfrentamientos que habían entre los grupos al margen de la ley".
De entrevistas pasamos a charlas amenas, que por ser agradable no dejaron de ser fuertes, ya que nuestra mente recreaba cada una de las palabras de estos hermanos colombianos.
"Yo vengo de Centro Alegre (Córdoba); allá se metió la guerrilla, tuvimos que huir con mis diez hijos; con mi esposo hemos luchado juntos para sacarlos adelante", se animó Brenit del Socorro Estrada, otra víctima del conflicto, a contarnos.
Para estas familias, construir un nuevo destino en tierras ajenas fue una tarea difícil, pero con perseverancia, ganas y trabajo lo hicieron realidad.
Con el apoyo de las personas que dirigen el programa de Atención a Víctimas del Desplazamiento Forzoso, de la Regional Guajira del SENA, encontraron la posibilidad de formarse en Acuicultura, emprender y autoabastecerse, con la siembra y cosecha de tilapia roja, cachama y bocachico.
"Da asombro de ver la fortaleza de estas personas, de querer salir adelante y de querer hacer una nueva vida", afirmó Edwin Garrido, el instructor SENA que ha acompañado el proceso de formación y empresarial de estos ciudadanos, quien además de expresar su admiración, contó como fue parte del proceso: "Iniciamos con diez estanques de diez metros de largo por cuatro de ancho; hoy en día tienen en producción activos 21 estanques piscícolas".
Con el cultivo y cosecha de peces, las familias se abastecen y comercializan a cooperativas que van desde los departamentos del Cesar y el Magdalena.
Entérese de esta historia que comenzó hace cerca de una década y de cómo ellos llegaron a la conclusión que perdonar no es tarea fácil y más cuando se trata de la pérdida de seres queridos, pero quienes afirman que la paz es el único camino para tener tranquilad.
"Yo si quisiera vivir en un país en paz", exclamó algo confundida Adela, a lo que Edwin agregó: "Desde el SENA estamos construyendo paz, estamos construyendo país".
Durante el día hubo tiempo para probar sus exquisitos pescados, tomar café y reír.
La tarde cayó; era hora de retornar a Riohacha para tomar el último vuelo con rumbo a Bogotá. Llegó el momento de despedirnos y estos colombianos de bien expresaron sus agradecimientos al acompañamiento que brindó el SENA, a través de sus funcionarios, en el proceso que les ha permitido mejorar su calidad de vida.
Montados en el avión, de regreso, pensamos que "con historias como estas es que nos damos cuenta porqué esta es la entidad más querida por el país y porqué vale la pena creer en un país en paz".