En asentamientos indígenas como Caranacoa, hombres y mujeres reciben formación para mejorar sus cultivos, particularmente en el caso de la piña, con el objetivo de generar oportunidades económicas en uno de los rincones más apartados del país.
“Soy indígena, pero soy campesino porque vivo en el campo. Sin campo, no hay ciudad. Para nosotros, este motocultor es de gran ayuda y queremos agradecer al SENA porque siempre nos brindan su apoyo”, expresó Jhon Cabria, campesino de la región.
Así, la Entidad refleja su compromiso con el desarrollo sostenible de las comunidades indígenas rurales, reconociendo y valorando su papel fundamental en la economía y la cultura colombiana.