Después de recorrer tres horas se acaba el sur y los
cerros orientales dejan de verse. Pero todavía es Bogotá. Van apareciendo
frailejones, el frío se hace intenso, las nubes tocan el suelo y, todavía, es Bogotá.
En las primeras construcciones del Sumapaz no hay direcciones: se conocen por
nombres, como cualquier vereda en Colombia. La localidad 20 del Distrito
Capital sigue siendo la más grande en extensión, la de menos habitantes y la
más lejana.
En el centro poblado Nazareth se levantó una carpa de
grandes dimensiones. Algo solo visto cuando aparece alguien para llenar de
promesas y buscar respaldos de los pocos ‘campesinos bogotanos’. Es
prácticamente un día cívico, o de izada de bandera del colegio. Pero las sillas
son ocupadas, además de pequeños estudiantes, por sus abuelos, sus tíos, sus
papás.
Todavía la pantalla gigante mantiene el significado
mágico de comienzos del siglo pasado y aunque sean las dos de la tarde muchos
esperan que se apague la luz y un proyector dispare contra el telón una
historia desde los rollos del cine.
Sumapaz, que por décadas fue ruta de grupos armados
para conectar al Tolima con los Llanos Orientales, fue el punto de partida de ‘CINE
AL CAMPO’. La primera estación de esta iniciativa del SENA y el Ministerio de las Culturas, las
Artes y los Saberes llenó de nostalgia a Rafael, un cultivador de papa con un
pequeño terreno a media hora hacia arriba en las montañas; hace cerca de veinte
años no veía una película en el cine. “Excelente, aquí no hay teatros y esto es
lo más cercano que tenemos”, relata.
Leidy Paola tiene cinco años. Fue
una de las primeras en ubicarse. Sus botas rosadas apenas se movieron después
de una hora de proyección cuando llegó el cansancio. Su alegría se confundía
entre no asistir a la acostumbrada jornada de colegio y el descubrimiento de
personas como ella, o cercanas en una pantalla gigante.
Un plan entretenido y en familia. Así fue para
muchos de los asistentes a la primera proyección de ‘CINE AL CAMPO’ que se
extenderá por varias regiones.
“Uno de los objetivos de ‘CINE AL
CAMPO’ es proyectar la cultura campesina a través de películas. Generar,
también, un diálogo de saberes, de conocimientos ancestrales y actuales para
enriquecer así los valores de la cultura campesina y su arraigo a la tierra”, afirma Héctor Bombiella, asesor de
la Dirección General del SENA.
En estricto orden de sillas y
silencio, el inconfundible aroma a cono de crispeta y la atención capturada
cobró vida Lila, la protagonista de un libro que repentinamente queda fuera de
su mundo de papel y que, para salvarse, deberá convencer a un viejo amigo de
volver a leer.
Los campesinos serán los protagonistas de buena
parte de las producciones, muchas creadas con talento SENA. También serán los
espectadores.
Dos piezas más de cine
complementaron la jornada, dos cortometrajes producidos por aprendices del
Centro de Formación en Actividad Física y Cultura. Esta apuesta del Servicio
Nacional de Aprendizaje incluyó también personal técnico para el proceso de
cableado eléctrico, montaje de sonido, pantalla y proyector; además de los
aprendices de hostelería que se encargaron de los perros calientes y las
bebidas.
Sin saberlo, decenas de habitantes
del Sumapaz participaron de este piloto que pretende extenderse a los sitios
más lejanos de Colombia, tal como lo proyectó desde un comienzo la estrategia
CampeSENA en su lema: “El SENA vuelve al campo”.
“Queremos
llevar la magia del séptimo arte a la mayor cantidad de los sectores rurales de
Colombia, sobre todo, a las zonas en donde no hay la posibilidad de que
nuestros campesinas y campesinos accedan a teatros o a proyecciones de cine.
Pues ahora, esa posibilidad es más cercana gracias a esta estrategia que
llevará películas a los territorios rurales con el fin, además, de enriquecer
los saberes de los que a diario trabajan el agro en el país”, expresa
el director (e) de la Regional Distrito Capital del SENA, Gerardo Medina Rosas.
La siguiente sala de cine está por
definirse en cualquier lugar remoto del país. Pero además de integrar la
cotidianidad campesina con el séptimo arte, el SENA extenderá una alfombra roja para
campesinos y campesinas con el portafolio de servicios y beneficios de la
Entidad para la población rural: oferta de empleo, programas para fortalecer
los emprendimientos y formación presencial y virtual.
Convencidos
de que el cine transforma vidas, amplía conocimientos y conecta al país a
través de discursos de identidad, ‘CINE AL CAMPO’ abrió su cartelera de
posibilidades.
La
viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, Adriana
Molano, explica: “Nos hemos unido el Ministerio de las Culturas, los Artes y
los Saberes y el SENA para traer el cine al campo con este primer piloto aquí
en Sumapaz. Esperamos replicar esta estrategia en diferentes partes del país.
Este proyecto deberá articularse también con las distintas entidades que
trabajan por el campesinado para que exista una intervención de Gobierno de
forma integral”.
Cuando las
luces se encendieron en el polideportivo de Sumapaz había una historia más en
la cabeza de muchos campesinos y la historia de ‘CINE AL CAMPO’ del SENA y el Ministerio de las
Culturas, las Artes y los Saberes también había comenzado a rodar.