A mediados de los años 50, durante el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, La Guajira parecía encontrar la solución a los problemas de agua en esta zona semi y desértica del país. Mientras unos hablan de 600, algunos calculan la llegada de 3.000 molinos de viento que se instalaron en todo el territorio para satisfacer la demanda del líquido vital.
Con los años, el descuido y la falta de actualización mandaron al olvido los molinos y condenaron a miles de guajiros -sobre todo población wayúu- a morir de sed. Una paradoja en un departamento rodeado casi en su totalidad por agua y repleto de molinos, de arriba a abajo.
Fue, apenas en este siglo, cuando empresas privadas, asociaciones y la comunidad indígena buscaron soluciones. El SENA apoyó este proceso. Al menos 500 molinos de los traídos por el gobierno de Rojas Pinilla fueron reparados. Un programa de formación de la Entidad incluía la reparación y mantenimiento de piezas de estos gigantes del desierto. Muchos no se salvaron.
En la adaptación de nuevos sistemas también tuvo que ver el SENA. Gracias a la inducción, planeación y ejecución de formas de extracción de agua, hoy decenas de molinos surten a por lo menos 5.000 indígenas wayúu. Se trata de pequeñas redes de acueducto capaces de ofrecer hasta 60 galones por minuto en lugares donde no se accedía al agua, con molinos de viento cuya fuerza depende hasta de pequeñas brisas que activan el líquido a 120 metros de profundidad.
En el Centro Industrial y Energías Alternativas de Riohacha las piezas de estos molinos tienen un lugar especial. En los ambientes de formación, decenas de aprendices entienden y replican la necesidad de mantener con vida los molinos y, de paso, a miles de wayúu.
La permanencia de los molinos pasa por estos espacios. En sus manos está la supervivencia de comunidades, sus animales y sus cultivos. Entre 12 y 15 instructores monitorean el funcionamiento en las mismas rancherías y se encargan de la fabricación de piezas de su reparación en el centro industrial.
La mayor cantidad de molinos se ubica en la media y alta Guajira; municipios como Manaure o Uribia solucionaron la ausencia de agua gracias a la reparación de estos molinos en el SENA.
La comunidad wayúu es la beneficiada del mantenimiento de los molinos de viento que adelanta el SENA.
La Entidad más querida por todos los colombianos, que desde su misionalidad contribuye a la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo, invertirá, además, 100 millones de pesos en este programa de formación con el que se compromete a llevar agua, vida y salud a La Guajira.