Julieth Paola Chica Rodríguez, tiene 29 años, tres hijos, dos niñas y un niño, egresada del Centro Minero de la Regional Boyacá y oriunda de Aguazul Casanare.

Cuando inició su formación en el Tecnólogo, en Supervisión de Labores Mineras, tenía 27 años y dos hijos, siendo madre soltera se armó de valor, perrenque y fuerza para estudiar; recibió el apoyo incondicional de su madre Marisela Rodríguez y de su padrastro Armando Merchán, quien tristemente falleció el 16 de junio del 2018, cuando finalizaba su formación, complicándosele así más su situación.

"No era mi padre biológico, pero yo lo amaba como si lo fuera, fue mi apoyo incondicional, él y mi madre, a ellos les debo mi carrera", anota Julieth Paola Chica Rodríguez.

Formarse en este tecnólogo, para quienes lo hacen no es nada fácil, demanda bastante carácter, dedicación, esfuerzo físico y sobre todo coraje, el miedo para aquellas que deciden estudiar este programa es enfrentarse con palabras que se refieran a debilidad o mala reputación.

"Esta carrera que para muchos es solo para hombres, fue difícil porque nos decían que las mujeres de esta profesión tenían mala reputación, en ese momento pensé en retirarme, pero gracias al apoyo de mis padres seguí", dice la egresada Paola.

Según el Gender Inequality Index del UNDP, "Colombia ocupa el puesto 90 en una lista de 189 países y el censo minero departamental colombiano de 2010-2011, el 5 % de la fuerza laboral eran mujeres y según el DANE a fecha de julio-septiembre de 2018, el 21,63 % de las personas ocupadas de forma directa o indirecta en minas y canteras eran mujeres". (Hidron y Koepke 2014).

Lo anterior, refleja que la minería es un sector con muy baja participación femenina, caracterizándose las zonas mineras por una cultura profundamente patriarcal que obstaculiza y limita el empoderamiento económico de las mujeres, su acceso a oportunidades, y el respeto a sus derechos económicos, sociales y culturales.

Hoy en día, según lo que vive Paola, no han cambiado mucho los resultados de las cifras anteriormente mencionadas, pues ella tiene que vivir con el rechazo y soportar la mala imagen en su vida laboral.

"En la parte práctica, gracias a muchas personas pude soportar estar en un ambiente donde desde el jefe en adelante nos hacía menos solo por el hecho de ser mujeres; ahora me encuentro laborando y aún sigue difícil porque por ser mujer mi salario es menor, y tengo que esforzarme el doble para demostrar que las mujeres también podemos estar en una mina y podemos hacer esa labor igual que un hombre", expresa Chica Rodríguez.

Hoy en día, Julieth Paola, trabaja al servicio de la compañía minera "Ancar", con asiento en el municipio de Ubaté Cundinamarca, vive con dos de sus tres hijos, su salario es el mínimo, se levanta a las 4:00 a.m., camina 20 minutos para tomar la ruta que la lleva al trabajo, deja sus hijos al cuidado de una amiga y dura horas y horas bajo tierra demostrando que las mujeres mineras son unas guerreras.

Si esto no se reconoce como una ardua labor, entonces ¿qué esperan las mujeres laboralmente?

Para la egresada, el SENA fue su apoyo y oportunidad de formación y vida, está totalmente agradecida con la entidad por brindar un excelente aprendizaje, siendo digno de resaltar que el Centro Minero es el único de formación en Latinoamérica que cuenta con una mina didáctica, donde los aprendices están directamente relacionados con su campo de acción.

Esta mina didáctica es de carbón y cuenta con todos los requerimientos en seguridad de minas bajo tierra, exigidos por la autoridad minera colombiana; cuenta con sistemas de medición continua de gases, refugio minero, rutas de evacuación señalizadas y equipos e instalaciones eléctricas idóneos para este tipo de minería.