Úrsula Molina y Dionisio Berrío, dos antioqueños que llegaron a tierras quindianas para colonizarlas a finales del siglo XIX, encontraron en estas verdes trochas marcadas por el olor a café el lugar ideal para ver crecer a su familia, tal vez sin pensar que su cuarta generación lograría un producto de calidad de origen en su finca.
Mientras que degusta una taza de café, doña Lucy Suárez Berrío, nieta de Úrsula y Dionisio, a sus 82 años cuenta con inmenso orgullo cómo lo que para sus abuelos fue un sueño hoy es una realidad gracias a la constancia de su familia.
"Hasta hace muy poco supe verdaderamente como se produce, procesa y se toma un buen café, por eso es muy importante que la gente se capacite", aseguró esta abogada de profesión y cafetera por tradición.
Apasionada por la agricultura, toda la familia de doña Lucy se interesó en fortalecer la caficultura en sus predios; por eso su hija Lucy Reyes Suárez, motivada por su abuela Ana Elisa, quien murió en 2015 a la edad de 101 años, decidió junto a su mamá, esposo, hijo, hermanos, cuñados y nuera, asumir el reto de convertir en negocio sostenible, lo que de manera tradicional empezaron sus bisabuelos.
"Nuestro hijo es tecnólogo en administración de empresas agropecuarias del SENA; a partir de ahí nos dimos cuenta que para mejorar la calidad de nuestro café debíamos aprovechar las oportunidades de formación que nos ofrece la Entidad", aseguró Lucy Reyes Suárez.
Es así como toda la familia inició formación en la Escuela Nacional de la Calidad del Café, ubicada en el centro Agroindustrial de la Regional Quindío.
"Hubo una oportunidad en la que ocho miembros de la familia asistimos al mismo curso", precisó Lucy.
Aunque varios de sus miembros culminaron sus carreras profesionales en otras áreas y algunas afines, coinciden en que la formación adquirida en el SENA permite dar un valor agregado al producto a través de su transformación.
"Conocer los diferentes procesos que existen después de la cosecha de un buen café los aprendí aquí en el SENA y esto nos permite sacar un mejor rendimiento económico del producto", afirmó Álvaro Ramírez Monard, esposo de Lucy Reyes Suárez y agrónomo de profesión.
Para esta generación Berrío, probar un café hecho por ellos mismos era algo casi imposible y ahora consolidan paso a paso la empresa establecida alrededor de la marca MaMa Elisa, con varios tipos de cafés, entre ellos el honey tradicional de suave lavado y de alta tostión.
MaMa Elisa es denominado café de montaña, con alta pureza y selección, cuyo resultado es un café gourmet con aroma que seduce los sentidos, suave sabor y buen cuerpo.
"Hemos ampliado conocimientos en los proceso de producción, beneficio, tostión y comercialización del café en el SENA y no hemos tenido que pagar un peso. Lo mejor es que las instalaciones en donde hemos aprendido son de excelente calidad", puntualizó Lucy.
Esta familia que ha depositado su confianza en la entidad más querida por los colombianos ha venido cumpliendo la tarea de sus ancestros, toda vez que las tierras que empezaron a cultivar Úrsula y Dionisio hoy producen un café de calidad.