Un mundo que cambia a gran velocidad necesita instituciones educativas que se adapten y ofrezcan programas de formación acordes a la realidad laboral. Ese es el postulado de Camilo Montes, gerente de la seccional Bogotá, Cundinamarca y Boyacá de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI) y Consejero del SENA en esos departamentos.
Montes asegura que no solo la educación ha cambiado; también lo hacen los aprendices, la tecnología y los instructores. Sugiere que los programas deben tener mayor poder de seducción y “ser divertidos” para garantizar que los interesados aprovechen mejor sus aprendizajes.
Estas fueron sus respuestas sobre qué espera el mundo productivo de la formación profesional.
El mundo de hoy cambia a una gran velocidad ¿cuáles son los retos de la formación profesional?
La sociedad se mueve demasiado rápido. Lo que estamos viendo en este momento no es un cambio de era, es una era de constante cambio. Durante los primeros años de nuestra vida podíamos vivir con los mismos productos, los mismos servicios y la misma tecnología, y eso creo que lo vivimos todos los que tenemos más de 30 años.
“Un mundo que cambia a gran velocidad necesita instituciones educativas que se adapten y ofrezcan programas de formación acordes a la realidad laboral”.
Pero hoy la juventud, y en general los consumidores, están esperando cambios mucho más rápidos; hoy el mayor transportador del mundo no tiene un solo vehículo, la mayor comercializadora del mundo no tiene un solo peso en inventario, la mayor empresa de hospedajes en el mundo no tiene una sola habitación. Hay unos cambios demasiado profundos en el mercado, en el mundo real, que le exigen a la formación profesional y en particular al SENA ponerse a tono y atento a esos cambios.
¿Los cambios también involucran la actitud de aprendices e instructores?
Hoy existen dos grandes desafíos que tiene la formación para el trabajo. El primero, que la formación ya no es como la conocimos; en ese tema teníamos un ciclo que se podría demorar siete años, donde hacíamos unas normas de competencia laboral, un diseño curricular; luego la preparación de los docentes, la adecuación de los ambientes de aprendizaje; después viene la oferta educativa, la convocatoria y la formación. Hoy la educación ocurre diferente, usted puede a través de internet tener contacto con los mejores instructores, los mejores profesores del mundo. Hoy el docente tiene un nuevo rol: es facilitador, es la persona encargada de mantener el entusiasmo hacia el proceso de formación.
Pero el aprendiz también es diferente. No es ese joven a quien le entregábamos un curso y lo tomaba como el SENA lo tenía diseñado. Hoy ya no comen cuento; los aprendices entran a la institución están esperando que la propuesta de valor sea muy seductora, que sea flexible, espontanea, rápida, divertida; pero que en últimas le permita desarrollar unas competencias que el mundo está necesitando.
El segundo desafío es que el trabajo no es como lo conocimos. Ese modelo donde uno se formaba y se iba a trabajar en una compañía durante 50 años y luego se pensionaba, no es lo que los jóvenes esperan hoy. Ellos se ven en trabajos de corta duración, si es que se ven trabajando, porque quieren aprender una cosa en un empleo y luego ir a otra compañía, luego viajar por el mundo y luego dedicarse a su hobby por un tiempo y luego sí volver a trabajar.
También hay un gran fenómeno, que cada vez tiene más relevancia y ahí el SENA tiene un papel fundamental, que es el mundo del emprendimiento, es gente que se ve dirigiendo y creando su propia empresa, y no es un tema de ‘creo empresa porque no conseguí empleo’, no, lo hacen porque ahí ven su proyecto de vida. Acá es donde la institución ha demostrado un papel fundamental con todo lo que ha hecho con Fondo Emprender, en las Unidades de Emprendimiento, en la creación de este ecosistema.
Gran parte del sistema de emprendimiento que hoy tiene el país se lo debe al SENA, pero se tiene que actualizar, se tiene que mover más rápido, tiene que orientarse al mercado y no a la oferta.
“Los aprendices, hoy, ya no comen cuento; entran a la institución están esperando que la propuesta de valor sea muy seductora, que sea flexible, espontanea, rápida, divertida”.
Entonces, repito, dos grandes desafíos, la formación ya no es como la conocimos, y el trabajo no es como lo conocimos. Entonces imagínese el dilema que tiene una entidad de formación para el trabajo.
¿Qué fortalezas ve el sector productivo en el SENA con miras al Postconflicto?
Lo que se le viene a Colombia es un cambio estructural de lo que conocimos en los últimos 70 años gracias al proceso de paz. Si Colombia logra dar ese salto, poner de acuerdo todas estas fuerzas irregulares que nos han hecho tanto daño y decirles “venga que todos somos colombianos y tenemos que trabajar juntos”, si eso pasa nos espera un futuro promisorio para este país.
Si eso pasa, Colombia puede crecer sin tener ese freno de mano puesto, será un país donde la gente va querer desarrollar su talento y donde va a ser más fácil la realización de negocios a nivel mundial. En esa transición el SENA juega un papel fundamental, porque es el gran laboratorio donde guerrilleros, paramilitares, ejercito, sociedad civil, los que nunca han entrado al conflicto, se pueden encontrar alrededor del conocimiento. Es poner el SENA, como su nombre lo dice, en Servicio de Aprendizaje a esa nueva sociedad que se está construyendo.