En las instalaciones del Centro Industrial de Manufactura y Mantenimiento- CIMM de la ciudad de Sogamoso, se hizo la presentación del avance del proyecto "Lectura Braille mediante Ondas de Ultrasonido", que pretende reducir la brecha de comunicación de las personas con deficiencia auditiva y visual.

El ultrasonido es una tecnología reciente que tiene tres aplicaciones: háptica, levitación y audio paramétrico. Para este caso se trabaja con la háptica que es la ciencia del tacto, por analogía con la acústica y la óptica.

Juan Esteban Merchán, director - investigador del proyecto lo explica así: "consiste en poder leer el braille, no en contacto directo con las manos sino por ondas de sonido, en este caso ultrasonido, frecuencias que los humanos no alcanzamos a escuchar, pero sí las percibimos con la piel. Con el braille, tal como lo conocemos, la persona ciega tiene que tocar el código con la mano para leerlo. Con el ultrasonido no, solo sentiría una leve corriente u hormigueo en su mano, producto de recibir la onda de sonido emanada de un parlante pequeño".

En el caso de las personas sordomudas, aunque tienen su lenguaje de señas, logran una mayor inmersión por medio de la sensación táctil. Es así como, por ejemplo, en Alemania se realizan conciertos para sordos ayudados de un chaleco que recibe la onda acústica y transmite la vibración a la persona.

El proyecto es pionero en el mundo y aunque se están desarrollando miles de aplicaciones con el sonido, éste se diferencia por querer tomar el braille y transmitirlo por ondas acústicas para que sean percibidas en la palma de la mano.

Luego de evaluar el sistema de funcionalidad, se decidió trabajar con el aprendizaje de niños ya que suelen ser más absorbentes de información y pueden tener un mejor aprendizaje.

La idea de evolucionar el código braille, se dio por el encuentro de los aprendices de dos programas diferentes del SENA que estaban en la planeación de sendos proyectos; en uno de ellos, una aprendiz sorda buscaba mejorar la comunicación con sus compañeros, mientras que, en el otro equipo, su conocimiento de electrónica y software les daba el complemento para iniciar este enorme reto.

Juan Esteban tiene 21 años, estudió en el SENA mantenimiento electrónico instrumental industrial, actualmente es estudiante universitario de ingeniería electrónica; lo acompaña en su equipo de trabajo otro joven, Jonathan Ferney Alarcón Parra, de 19 años, practicante SENA de análisis y desarrollo de sistemas de información.

Los dos coinciden en afirmar que su formación en la Entidad es una de las mejores experiencias que han tenido, debido a que encontraron el apoyo humano, así como los equipos y las herramientas necesarias para adquirir el conocimiento adecuado.

Por ahora, el proyecto se encuentra en la etapa de construcción del prototipo y se espera que pronto esté terminado.