A los cinco años de edad, finalizando la década de los 60, fue la primera vez que María Dora y su familia escucharon los sonidos de la violencia: ráfagas de disparos, un silencio ensordecedor y luego, gritos de dolor. Ella, su abuela Sara y su prima acostadas en el piso, inmóviles, esperando que el enfrentamiento entre grupos al margen de la ley terminara, es el primer recuerdo que tiene del conflicto en el país. 

Durante los años siguientes, recuerda bien cómo su abuela, médica empírica del corregimiento de Santa Rita de Ituango al norte de Antioquia, era llevada a la fuerza a campamentos de las Farc y de las autodefensas para curar enfermos y cerrar heridas; muchas de esas veces, María Dora también era llevada con ella e internada en el 'monte'. 

Entre plantaciones de coca, enfrentamientos y el asesinato de vecinos, primos y familiares, creció esta mujer que en 1987, a lomo de caballo, sin más que la ropa que llevaba puesta, fue desplazada.

"Ese día nunca lo olvidaré; el miedo te invade, son tantas imágenes que se te pasan por la cabeza y la incertidumbre es inmensa porque toca comenzar de cero. Llegamos a Barranquilla y al principio dormíamos en el suelo debajo de una mesa; hacía pan y sopa, y los vendía en la calle y con eso sobrevivíamos", aseguró María Dora. 

Cerca de su casa, ubicada en el centro de Barranquilla queda una sede el SENA, allí llegó buscando oportunidades de formación. "Tenía unas vecinas que hacían collares y los vendían en las ferias, vi que tenían salida y aprendí pero me di cuenta que necesitaba formarme. Con los conocimientos en artesanías, contabilidad y emprendimiento pude mejorar las técnicas, aprender a dar un mejor producto y pensar en empresa", dijo. 

"El acompañamiento fue total porque yo no sabía cuáles eran los derechos y beneficios que tenía por haber sufrido este flagelo, me orientaron para declarar e ir a la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas", puntualizó esta egresada que es Emprendedora en Elaboración de Productos Artesanales con Materiales Típicos de la Región, a través del programa SENA Emprende Rural (SER). 

Fue así como nació Grass Accesorios, en principio una unidad productiva de elaboración de collares, pulseras, anillos en diferentes técnicas como la de 'peyote' –que es tejido con piedras–, bronce martillado con baño de oro, entre otras. 

Ahora está constituida y formalizada gracias a recursos de Fondo Emprender del SENA por más de $100 millones que están siendo invertidos en la compra de equipos, maquinaria y herramientas. Actualmente generan cuatro empleos directos y dos indirectos.

"Estamos comercializando en un punto en el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz, en un almacén de cadena en Barranquilla y hemos trabajado para importantes diseñadoras como Francesca Miranda; tenemos un taller, un punto de venta y comercializamos por internet", expresó Gina , hija de María Dora, quien es aprendiz SENA del programa Tecnólogo en Diseño para la Industria de la Moda. 

Así mismo indicó: "A las víctimas les decimos que con trabajo duro, con amor por la vida, perseverancia y aprovechando las oportunidades que da el gobierno y entidades como el SENA, se puede salir adelante". 

Con su empresa han llegado a las pasarelas y eventos como Barranquilla Fashion Week, Plataforma K, Compre Colombiano, Expoemprendedora, entre muchos otros. 

"Para la construcción de la paz, el SENA es vital pues aporta herramientas a las víctimas para que puedan comenzar un nuevo proyecto de vida, accedan a oportunidades de empleo y emprendimiento gracias al acompañamiento y a la formación técnica. Es así como el año anterior 38.409 víctimas del conflicto armado fueron formadas por la Entidad en Atlántico", aseguró Jacqueline Rojas Solano, directora de la Regional Atlántico. 

De otra parte, el año anterior más de 866 mil víctimas fueron formadas por el SENA en todo el país; de ellas, 807 mil son desplazadas por la violencia. 

Por último, la historia de estas emprendedoras marca SENA fue compartida en la conmemoración del Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del conflicto armado que se realizó en Barranquilla, fecha que se celebra cada 9 de abril mediante la Ley 1448 de 2011 con el fin de recordar cómo nos afectaron décadas de violencia y cómo se están sobreponiendo quienes siguen adelante con sus proyectos de vida.