La diversidad climática del país permite que en el territorio nacional se cultive una gran variedad de frutales, desde aquellos que son más comunes y comercializados, como el banano y los cítricos, hasta otras especies exóticas menos conocidas y que tienen un bajo volumen de mercado pero un alto valor y potencial que apenas se empieza a explotar.

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Colombia pasó de exportar 45,4 millones de dólares en frutas (excepto banano), en 2007, a 51,3 millones en 2011; de ese total, 27,1 millones correspondieron a uchuva, 9,7 millones a la gulupa, 2,6 millones a la granadilla y 2 millones a la pitahaya.

Según Promoción de Turismo, Inversión y Exportaciones (Proexport), de esta manera el país se constituye en el noveno proveedor de frutas exóticas en el mundo.

Otra de las frutas considerada como exótica y promisoria en diferentes estudios de entidades como la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol) y el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), es el carambolo, que se cultiva en zonas cálidas del país que no superan los 500 metros sobre el nivel del mar.

Este fruto de forma ovalada también es conocido como fruta estrella, por la forma en que queda al cortarlo de manera transversal. Generalmente las personas del campo lo utilizan para el consumo en fresco o en jugos.

Con el propósito de ampliar sus usos, un grupo de 17 mujeres de la vereda Bella Vista, en Palestina (Caldas), estableció una unidad productiva que conformaron tras capacitarse en Transformación de Frutas y Hortalizas, en el Centro para la Formación Cafetera de la Regional Caldas del SENA.

“Empezamos la formación y la instructora nos comentó que íbamos a participar en una feria pero que lleváramos un producto que sobresaliera, que fuera innovador y no muy comercial. Pensamos en el carambolo”, comentó Yuridia Otálvaro, quien se dedica a las labores del hogar.

El grupo de aprendices adquirió diversas competencias para la preparación de alimentos, entre ellas, la esterilización de los productos, el uso de conservantes, el pesaje y medida de los insumos, y el empaque al vacío.

“Con lo aprendido empezamos a transformar el carambolo en mermelada para acompañarlo con galletas, coctel de frutas y ofrecerlos en preparación con almíbar; sabemos ahora darle muchos usos nuevos”, anotó Otálvaro.

Con la formación –que hace parte del programa Jóvenes Rurales Emprendedores– se buscó fortalecer las habilidades de las aprendices para que establecieran una microempresa y así generar recursos adicionales para sus familias.

“La gente no sabía transformar la fruta y generalmente la dejaban perder porque se cansaban de comerla en fresco, pero vemos que es muy innovador y que se puede tener para comida gourmet… además de que es un producto rico en vitaminas y antioxidantes, sirve para adornar platos; eso a ellas las motivo mucho”, afirmó Soraida Buitrago, instructora de Agroindustria del Centro para la Formación Cafetera.

María Teresa Gutiérrez, ama de casa y vendedora de catálogos, es otra de las integrantes del grupo. Ella aprovecha su experiencia en comercialización para ofrecer estos productos alimenticios a conocidos y vecinos de la vereda.

“Los mismos clientes que me compran los productos de belleza se llevan el carambolo. También vendo otra clase de comida a restaurantes y ahí también los puedo comercializar. La idea es aumentar el flujo cuando tengamos la microempresa”, dijo la emprendedora.

Aunque en el momento el carambolo no aparece en los registros de frutas exóticas exportadas por Colombia, con la labor de estas mujeres lentamente se conocen las diversas preparaciones de la fruta y su potencial, a la vez que ellas emplean su tiempo libre en una actividad productiva que les permite aprovechar los recursos del entorno para su bienestar.​