Levantarse más temprano de lo acostumbrado un sábado o un domingo, soportar el frío de la madrugada mientras los demás duermen en su día de descanso, ver amanecer esperando el transporte de ida al punto de encuentro para abordar el bus del SENA con destino al barrio El Danubio Azul, en la localidad de Usme –al sur de Bogotá–, prepararse para atender a decenas de personas y recibir sonrisas de una comunidad que necesita apoyo para salir de la pobreza, es el mejor motivador que un aprendiz puede tener.
El SENA presta servicios de apoyo, con la fuerza y conocimientos de sus aprendices, quienes además también se benefician, ya que suman horas a la etapa práctica de su formación.
Así lo afirma Gina Andrea Rodríguez, aprendiz del programa de formación Técnico en Peluquería, mientras corta el cabello a un habitante de la zona: “De esta experiencia me queda un aprendizaje muy grande porque es algo que se hace por la gente; aparte de todo la gente es muy agradecida, eso no tiene precio”.
Ella es parte de los aprendices en diferentes disciplinas que han brindado atención a los vecinos de esta localidad, en el marco del programa Zolip (Zonas Libres de Pobreza Extrema), que llega a sectores geográficamente delimitados como municipios, corregimientos, veredas o barrios, en las que, según la Presidencia de la República, “se busca acelerar la reducción de los porcentajes de población en pobreza extrema a niveles cercanos a cero, en periodos de intervención de dos a tres años”.
Para lograr esta aceleración, se alían actores privados y públicos, como gobiernos locales, empresas, ONG, fundaciones y la sociedad civil, entre otras. Como apoyo a esta alianza para contrarrestar la pobreza, el SENA presta servicios de apoyo, con la fuerza y conocimientos de sus aprendices, quienes además también se benefician, ya que suman horas a la etapa práctica de su formación.
El programa Zolip tiene metas como cobijar alrededor de 2 mil habitantes del sur de la capital en un período de 12 a 18 meses.
Doña María Eulogia Salamanca Sánchez se acercó al salón cultural del barrio El Danubio para tomarse la tensión y arreglarse el cabello. Mientras tomaba su turno para la toma de tensión, hablaba con un niño pequeño que estaba a su lado, a quien aconsejaba crecer y estudiar en el SENA “para ser alguien en la vida y no quedarse sin hacer nada, para aprender cosas importantes”.
El niño que la miraba con cara incrédula, le dio la espalda y se fue a jugar. Fue ahí cuando exteriorizó sus pensamientos de agradecimiento a la entidad más querida por los colombianos: “Muy buena esta jornada. Todo lo que da el SENA es maravilloso porque es para todos, para los niños, para los adultos, la posibilidad de trabajo para la gente que no tiene, eso me parece magnífico”.
Esas palabras son el pago al esfuerzo de todo el equipo de directivos y aprendices que donan su tiempo para combatir la pobreza de la manera que saben hacerlo: trabajando.
Claudia Méndez, instructora de Peluquería, quien se encarga de guiar a los aprendices de ese programa de formación, asegura que “la idea es colaborarle a la comunidad, a adultos mayores, niños y facilitarles el arreglo personal. A los aprendices les sirve para fortalecer el servicio y ayudar a las personas; vienen a entregarse a la comunidad, a servirle a la gente”.
El programa Zolip tiene metas como cobijar alrededor de 2 mil habitantes del sur de la capital del país en un período de 12 a 18 meses, según registra el sitio web oficial de la Presidencia de la República.