Una suave corriente de aire primaveral ambienta el vivero Red Manos Unidas en el que trabaja María Gloria Polanía, una mujer de 57 años con apariencia dulce, que junto a otras 18 compañeras llegaron a este municipio desplazadas por la violencia.
Gloria recorre las secciones del vivero donde se ordenan por tamaño, cerca de cuatro mil plantas de aguacate, camina vigorosa rodeada por los hijos de las socias del vivero, quienes colaboran verificando el estado de las plántulas mientras escuchan el relato de nuestra entrevistada.
"Desde los 12 años fui apartada de mi familia, de niña vi como masacraron a mis abuelos y mis tíos en 'Las Hermosas' (Tolima), por un grupo al margen de la ley. Fueron momentos duros que hoy quisiera no recordar", narra sin apartar la vista de sus plantas, revisando uno por uno los arbustos.
Esta emprendedora no desaprovecha el tiempo para explicar a Esteban, un joven que la acompañan en el recorrido, cómo revisar que los injertos estén hidratados, mientras quita una pequeña bolsa de papel que cubre la punta de la planta. Tras una pausa, continúa narrando sus dolorosos episodios de vida.
"Desde los 12 años fui apartada de mi familia, de niña vi como masacraron a mis abuelos y mis tíos en 'Las Hermosas' (Tolima), por un grupo al margen de la ley".
"Del Tolima salimos una vez que nos avisaron que uno de mis hermanos había sido asesinado. Nos dieron menos de 24 horas para salir; en ese tiempo tenía mis tres hijos muy pequeños, la decisión no era fácil pero salimos, con una maleta, diez mil pesos en el bolsillo y sin rumbo fijo".
Se empleó en Fusagasugá como administradora de una finca hasta que, por una crisis económica en el 2005, decidió partir junto con sus hijos en busca de su esposo a La Uribe (Meta), uno de los municipios pertenecientes a la antigua zona de despeje. Al llegar a la zona se enteró que había sido asesinado por grupos paramilitares, así que se vio obligada a regresar de vuelta a Fusagasugá para volver a empezar, por tercera vez.
Un día -con el corazón destrozado pero con la firme intención de seguir adelante- se dirigió con uno de sus hijos mayores, a la Alcaldía municipal, con la esperanza de encontrar un empleo para él; en este lugar Gloria se percató que otras familias estaban atravesando por circunstancias similares.
"Cuando me encontré con esta situación me dije ¿por qué esperar a que nos solucionen los problemas si tenemos como trabajar?, a pesar de muchas inquietudes, me fui para el SENA", afirmó mientras entregó algunas plantas a Jair, integrante de una de las familias socias, quién las acomoda cuidadosamente en una carretilla.
En la Entidad recibió atención a través del programa Jóvenes Rurales Emprendedores, en el Centro Agroecológico y Empresarial de Fusagasugá, fueron hasta su parcela, cedida por los dueños de la finca donde trabajaba como administradora, para evaluar el terreno y las posibilidades de generar una unidad productiva. En ese momento, Gloria les manifestó su intención de integrar a otras familias en estado de desplazamiento y organizarlas bajo la unidad productiva Red Manos Unidas.
En la Entidad, Gloria recibió atención a través del programa Jóvenes Rurales Emprendedores, en el Centro Agroecológico y Empresarial de Fusagasugá.
"Llevamos cuatro años de trabajo y los frutos ya comienzan a recogerse. El apoyo brindado por el SENA a doña Gloria nos ha enseñado que juntos podemos hacer más y que podemos fortalecer nuestros conocimientos sobre el trabajo en el campo", afirmó Alba Vega, miembro de la Red.
Actualmente, 18 personas del colectivo reciben cursos complementarios en Cultivos Ornaméntales, Estructuras en Guadua, Cultivos Hidropónicos y en Técnico en Manejo de Viveros.
El vivero ya tomó fuerza como negocio, la siembra especializada de aguacate, produce de 2.000 a 5.000 plantas que son vendidas para cultivos en varias regiones del país.
"Espero ver muy pronto a nuestra empresa exportando productos a otros países, para que la Red Manos Unidas crezca y así continuar ayudando a más familias y jóvenes de bien", manifiestó Gloria.
Así como un día tomó la decisión de superar su infortunado pasado y luego de mucho esfuerzo logró cosechar un futuro promisorio, Gloria quiere brindar esta misma oportunidad a otros
"Todo se lo debo a la Entidad, a partir del momento en que decidí comenzar de nuevo, me han devuelto la confianza y la de mis hijos; con el SENA encontramos el camino para construir paz", enfatizó Gloria.
La historia de esta emprendedora, forma parte de las más seis millones personas reconocidas como víctimas del conflicto desde 1985. Fusagasugá es el segundo municipio de Cundinamarca con más población desplazada -1.465- después de Soacha.