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  • Bienestar

    Construyendo libertad

    Medellín (Antioquia)
    martes, 20 de enero de 2015
    La vida muestra a dos personas privadas de la libertad que existe otro camino y a través de la formación recibida en el SENA pueden ocuparse en actividades más productivas
    ​Durante 2014 el SENA formó a 1.839 aprendices pertenecientes al Sistema de Responsabilidad Penal para Adolecentes y al Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos.​

    ​Una mala decisión y de repente todo cambió en sus vidas y perdieron la libertad. Iván* fue condenado por porte ilegal de armas, al igual que Alejandro*, quien además responde por intento de homicidio. Él es oriundo de un paraíso, que prefiere no nombrar, de playa brisa y mar que ya no lo acompaña más.

     

    Hoy la vida les muestra que existe otro camino y a través de la formación recibida en el SENA pueden ocuparse en actividades más productivas. Por eso Alejandro, Iván y muchos jóvenes más participaron de la primera muestra comercial 'Mi proyecto de vida, una realidad posible', que se llevó a cabo en las instalaciones del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en la capital antioqueña.

     

    El evento reunió 12 instituciones educativas que se encargan de ejecutar el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolecentes, una serie procedimientos establecidos por la Ley de Infancia y Adolescencia que se deben cumplir en la investigación y juzgamiento de delitos cometidos por jóvenes entre los 14 y 18 años, y el Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos, que son todas aquellas acciones para garantizar los derechos de niños y jóvenes en condición de vulnerabilidad.

     

    Durante todo un día, los cerca de 50 jóvenes de esas instituciones estuvieron vendiendo sus productos: artesanías manufacturadas con diferentes materias primas y técnicas, verduras frescas y deliciosos panes, postres  y amasijos. Todo ello como resultado de la formación que el SENA les imparte.

     

    Lina María Bernal, del ICBF y quien trabaja con el grupo de aseguramiento de la calidad, conoce muy bien el tema. Ella comenta que "tenemos un convenio marco con el SENA para garantizar espacios de capacitación técnica y laboral a los jóvenes que han infringido la Ley y dentro del proceso judicial deben cumplir una sanción".

     

    Alejandro tenía 17 años cuando todo pasó; hoy, con 19, se arrepiente de lo que hizo y quiere cambiar el rumbo de su vida, ser alguien, pero primero tiene que asumir su responsabilidad y cumplir una sanción. Él es un extranjero en Medellín, viene de una tierra lejana, muy distinta a la capital de la montaña; estar lejos de su hogar y su familia  hace todo más difícil.

     

    "Aquí todo es muy estricto y 'duro'; estoy tratando de portarme bien y llevar un buen proceso, aprovechando el estudio y la oportunidad de aprender cosas nuevas. Ahorita mismo estoy aprendiendo Panadería con los 'profes' del SENA", afirma Alejandro, con voz de quien se encuentra arrepentido​

    ​​​​​A través de la formación técnica y complementaria, el SENA busca que todos estos chicos aprendan un oficio y generen procesos de cambio a través de la educación.​

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    Iván sale en un mes; ya casi. Él ha tenido un proceso un poco diferente. Gracias a su buena conducta, actitud y liderazgo fue trasladado del mismo centro penitenciario en el que se encuentra Alejandro a uno en el que reciben jóvenes que muestran avances significativos en sus procesos, también ubicado en Medellín.

     

    "Antes yo tenía la vida muy descontrolada, hacía todo sin medir consecuencias; me dieron 18 meses de sanción cuando tenía 17 años. Hoy soy consciente del error y en mi proceso aprendí a ser un líder positivo, humilde, honesto, respetuoso; a manejar mis  impulsos, valorar a la familia y trabajar en mi proyecto de vida", cuenta Iván con seguridad.

     

    Ahora Alejandro está dedicado a aprender panadería y terminar el bachillerato, su sueño es volver a casa, porque pronto nacerán sus dos hijos y quiere darles un buen ejemplo y un futuro.

     

    Iván, por su parte, se dedicó a aprender producción agrícola y ya sabe sembrar, fumigar, abonar la tierra; sus manos ya no quieren empuñar armas. En casa lo espera su familia y su hija. La experiencia lo transformó; dice haber aprendido la lección y sale renovado a enfrentar un mundo del que quiere hacer parte para bien.

     

    Y es que a través de la formación técnica y complementaria, el SENA busca que todos estos chicos aprendan un oficio y generen procesos de cambio a través de la educación. Mientras ellos lo hagan se sentirán útiles y eso es muy valioso porque rescata su autoestima.

     

    *Los nombres fueron cambiados por seguridad.​

    JCO/agf
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