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    El técnico del SENA con conglomerado empresarial

    Neiva (Huila)
    jueves, 26 de marzo de 2015
    Treinta y ocho años después de certificarse como mecánico reparador de autos se ha posicionado como uno de los empresarios más importantes de la zona centro-sur del país.
    El técnico del SENA con conglomerado empresarial
    Perdomo reconoce el talento humano formado por el SENA. Asegura que los técnicos tienen grandes ventajas y que los empresarios deben darles la oportunidad y abrirles las puertas. “Estos jóvenes muy fácilmente desarrollan su oficio”, considera.

    A sus 61 años, con la mirada fija y las manos entrelazadas, las mismas que dejan ver una vida en la que paradójicamente se han conjugado el éxito y el sinsabor, Édgar Perdomo se declara un hombre capaz de aprovechar las oportunidades que ha encontrado en su camino.

    Este técnico en Mecánica Automotriz, egresado del SENA, con voz firme y pensamiento claro asegura que su historia no ha sido fácil; su narración, marcada por hechos fuertes, en segundos lo lleva de la tranquilidad al llanto.

    Hoy es el propietario de cinco empresas de diferentes sectores, entre ellas el Taller Édgar Perdomo y Compañía, su “consentida” y con la que comenzó su vida como empresario.

    Este rolo, que creció en la vereda Los Laureles de Baraya –al norte de Huila–, a donde llegó luego de quedar huérfano y pasar por un albergue infantil en Neiva, fue adoptado por Mateo Perdomo y Celia Patiño, una familia humilde, sin recursos económicos, pero dispuesta a brindarle el calor de hogar que hasta el momento no había tenido.

    Hizo hasta quinto de primaria y aprendió desde muy pequeño las labores del campo, actividades que alternó con la panadería, la talabartería y el cargue y descargue de bultos.

    Llegó al SENA por el consejo de un ingeniero agrónomo que lo animó a buscar un cupo en la entidad. Lo consiguió, pero no en la capital huilense sino en el Centro de Diseño Tecnológico Industrial ubicado en el complejo de Salomia, en Cali (Valle del Cauca), hasta donde tuvo que trasladarse para prepararse y redirigir el rumbo de su vida.

    Allí estuvo durante tres años, sorteando muchas dificultades como la falta de dinero y la consecuente escasez de alimento, la cual sobrellevaba pidiendo comida en un restaurante cercano a su centro de formación, hecho que lo tuvo al borde de la expulsión.

    “En Cali pasé muchas situaciones difíciles. Durante tres meses no recibí un peso y no tenía quién me auxiliara; me paraba en la puerta del restaurante a ver quién me daba. ‘Démosle comida al limosnero del Huila’, decían quienes iban a comer allá”, cuenta.

    Las quejas de la dueña del establecimiento público no se hicieron esperar; las elevó ante las directivas del SENA, las cuales decidieron que no había causal para la sanción y que, por el contrario, era necesario apoyarlo por su buen rendimiento académico.

    Así, entre momentos amargos y la bondad de la gente, Édgar culminó su proceso y regresar a Neiva. Trabajó en dos reconocidos concesionarios de la ciudad, donde afianzó sus conocimientos y fue ascendiendo, hasta que comprendió que su sueño iba más allá de ser un buen empleado.

    “Tomé un rumbo diferente cuando me di cuenta de que podía ser mi propio jefe y tener mi empresa. Desde aquel instante trabajo de lunes a lunes, los 365 días del año, durante 12 horas diarias”, comenta. 
    Decidió independizarse y montar su taller, con los 20 mil pesos que recibió de liquidación.

     

    Treinta y ocho años después de certificarse como mecánico reparador de autos se ha posicionado como uno de los empresarios más importantes de la zona centro-sur del país.​


    “Con eso compré mi primera caja de herramientas y comencé a trabajar en un taller arrendado. Así estuve durante cinco años hasta que compré el primer lote y monté el taller que hoy tengo, del cual me siento orgulloso; es el que me ha dado para otros negocios”.

    En la actualidad, Édgar tiene una empresa a través de la cual administra cinco estaciones de servicio (en Baraya, Campoalegre, Colombia, Neiva y Palermo), y otras que van desde las finanzas hasta la organización de eventos; además, es uno de los accionistas del Atlético Huila, equipo del cual fue presidente durante cinco años.

    “Casos como éste demuestran que todas nuestras acciones están focalizadas hacia la generación de más empleo y la mitigación de la pobreza. Nos interesa contribuir a la competitividad del país, con dos propósitos: incrementar la productividad de las empresas y las regiones y permitir la inclusión social”, expresa Luis Alberto Tamayo, director Regional del SENA en Huila.

     

    EL CAMINO DEL ÉXITO


    Este técnico en Mecánica Automotriz genera un centenar de empleos directos y es, sin duda, un trabajador innato. Lo hace sin descanso y con el apoyo incondicional de su esposa y sus seis hijos, uno de los cuales trabaja con él, hombro a hombro.

    “Trabajar con mi papá es una oportunidad muy grande, porque la experiencia que adquiero a través de sus empresas es infinita. Él es una gran persona, que pasó de no tener nada a tenerlo todo. Tiene una habilidad impresionante para los negocios, es arriesgado, un líder que no les tiene miedo a los retos”, asegura Eric Perdomo.

    Su padre apoya –además– a los aprendices del SENA, a quienes cataloga como muy productivos. “Los técnicos van a la labor y se untan de la labor. Son los que hacen el engranaje que permite que la industria se mueva”, relata.

    Una de ellas es María Camila Vargas, aprendiz de Contabilidad y Finanzas, quien afirma que este empresario le brindó la posibilidad de trabajar y seguir estudiando. “Es una experiencia muy buena, porque lo que aprendo en el SENA lo aplico en la empresa y eso hace que el aprendizaje sea mayor”.

     

    EL LUGAR DE LAS OPORTUNIDADES


    Perdomo es uno de los más fieles seguidores de la entidad donde se formó, la cual ve como el lugar donde las personas de humilde extracción encuentran oportunidades sólidas para mejorar su presente y proyectar su futuro.

     

    “Los técnicos van a la labor y se untan de la labor. Son los que hacen el engranaje que permite que la industria se mueva”.


    ​“El SENA fue una bendición de Dios; salí con las bases necesarias para enfrentar el mundo laboral. Bendito el día en que este agrónomo se me presentó y me orientó. Hoy exploto lo que aprendí”, agrega.

    Enfatiza en que el secreto de su éxito está en la constancia, el buen juicio y la definición de derroteros. “Es importante creer en uno mismo, en que uno es capaz y que las metas sí se pueden cumplir. Yo creo que todos tenemos suerte, pero algunos la dejan ir; a veces dejamos ir las oportunidades”.

    Su relato está cargado de confianza y de ganas de hacer las cosas bien. Sus palabras denotan un carácter fuerte, pero entre frase y frase deja entrever a un ser humano sensible, que tiene muy claro de dónde viene y a dónde quiere llegar.

    “Édgar es uno de los ejemplos para mostrar, no sólo por sus valores humanos sino por la capacidad que ha tenido para generar empresa y trabajo para mucha gente. Es uno de los símbolos de la formación del SENA”, puntualiza Armando Ariza, director de la Caja de Compensación Familiar del Huila (Comfamiliar), quien es, además, amigo de Perdomo.

    Para él, la institución está empujando y dándole despliegue a la formación técnica, que es lo que necesita este país donde, de acuerdo con el Observatorio de la Universidad Colombiana, la proporción de técnicos y tecnólogos está invertida frente a la de universitarios que salen de las aulas. Mientras que en los países desarrollados se habla de seis técnicos por cada profesional, en Colombia la cifra es de seis profesionales por cada técnico.

    Édgar Perdomo se muestra convencido de seguir como está y donde está, porque le interesa continuar trabajando por el desarrollo de la región que le abrió las puertas y lo acogió como su hijo.

    MMH/agf
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