Cansados del estigma social de ser vistos como hechiceros o brujos y con la necesidad de buscar alternativas comerciales, 49 gitanos asentados en esta ciudad, iniciaron un proceso de formación complementaria que les permitirá fusionar sus costumbres gastronómicas con la cocina nariñense.
La sarmi, el sabiaco y el pozole, son algunos de los platos tradicionales de la gastronomía gitana que les permitirá buscar alternativas comerciales más allá de la fabricación de productos a base de cobre y cuero, que son vendidos en municipios de Nariño como Tumaco, Sandoná, Consacá, Linares, entre otros.
La formación que es impartida por el Centro Internacional de Producción Limpia Lope de la Regional Nariño, a través del programa Atención a Víctimas del Conflicto Armado, exalta la cocina tradicional rom y transforma el sabor nariñense junto a los platos gitanos, que contienen en su mayoría arroz, carne de cerdo, cordero y vegetales.
“Queremos aprender más de la comida típica de Nariño; a pesar de que llevamos bastantes años en esta región, hemos trabajado únicamente en nuestra gastronomía. Queremos como familia que somos generar negocios donde podamos ofrecer nuestras costumbres y las de la región”, afirmó Hugo Yaconvich, líder de esta comunidad.
Uno de los platos que se transformará es el sayo, que consiste en elaborar un té gitano al cual se le adiciona un sandwiche de pernil de cerdo.
La directora de la Regional Nariño, Sara Ángela Arturo González indicó que “el SENA trabaja en el enfoque diferencial, que consiste en atender a cada población de acuerdo con sus características y condiciones; en el caso de los gitanos, este es un apoyo para mejorar sus recursos y fomentar la conformación de una unidad productiva de cocina”.
Entre 2012 y 2014 el SENA ofertó 3.188 cupos en diversos niveles de formación titulada y complementaria para esta población.
Hoy, cuando se conmemora su Día Internacional, los gitanos tienen una oportunidad de ampliar sus conocimientos y mostrarle al mundo que su lengua, como es el gomanez, y su danza están vivas.
“Lo más bonito de ser gitano es poder vivir en las carpas y estar unidos con la familia, pero lo más difícil es la discriminación que aún se tiene y el miedo de algunas personas de acercarse a hablar con nosotros”, señaló el gitano Bercelio Gómez.
Según el Ministerio del Interior, en Colombia existen 4.858 gitanos legalmente constituidos, divididos en diez comunidades que habitan en ciudades como Bogotá, Valledupar (Cesar), Girón (Santander) y Cúcuta (Norte de Santander).
Con el fin de contribuir a la inclusión social y al reconocimiento de los derechos de este pueblo, el Gobierno Nacional ha realizado avances significativos en materia de atención, posibilitando avanzar en la implementación de la oferta institucional del Estado para el pueblo rom.
Entre 2012 y 2014 el SENA ofertó 3.188 cupos en diversos niveles de formación titulada y complementaria para esta población.
Además, para intermediación laboral y acceso a cursos de formación complementaria, la entidad dispone –en el aplicativo de la Agencia Pública de Empleo– de la caracterización del programa especial Cultura Rom o Gitanos.
Trece familias de estas comunidades habitan en Nariño y están legalmente reconocidas como gitanas, otorgándole acceso a los derechos colectivos. Anteriormente a Pasto, arribaban entre 120 a 200 gitanos anualmente, pero la falta de terreno propio rompió con esta costumbre. Además, son los únicos del país que aún habitan en carpas.