A sus 28 años, el músico e ingeniero de sonido Carlos Mario Barranco Roso, es todo un referente musical para quienes conocen de música de acordeón, reconocimiento que ha ganado a pulso en sus trasegares laborales como el hombre responsable del sonido en agrupaciones como las de Peter Manjarrés y Sergio Luis Rodríguez, a quien acompañó durante un año y medio.
Durante ese tiempo también estuvo al lado de la unión musical de Martín Elías y Juancho de La Espriella; pero su consagración musical es justo ahora, cuando desde hace un par de meses acompaña a Silvestre Dangond, el máximo exponente del vallenato de la ‘nueva ola’.
“Mi paso por el SENA es de las mejores cosas que vivo; siento que es la forma de retribuirle a mi tierra todo lo que me ha dado”.
Este hombre que comenzó su recorrido musical como cantante desde muy pequeño con la reconocida agrupación Los Niños del Vallenato, es referenciado como el ‘profe Carlos’, el instructor del SENA que dirige el convenio entre esta institución y el programa LASO del Ministerio de Cultura, donde ha compartido sus conocimientos con cientos de personas que desde 2011 pasan por la llamada ‘academia del sonido’ en Valledupar.
“Me inicié en esto desde muy pequeño, eso era lo que veía en casa. Mi abuela Hortencia Lanao fue la primera mujer en ganar el concurso de Canción Inédita en el Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1995; tengo primos y tío dedicados a este mismo mundo, así que mi familia fue la encargada de motivar mis sueños en este campo”, recordó Barranco Roso para explicar sus orígenes musicales.
A los 10 años ganó su primer concurso de canto por La Paz organizado por la Alcaldía de la capital cesarense; luego integró una agrupación musical para la disquera Fonovisa que construyó un proyecto juvenil para llevar vallenato a México y Venezuela.
Sin embargo, al terminar el bachillerato lo tenía muy claro: su objetivo de vida era convertirse en músico con énfasis en ingeniería de sonido. Lo hizo realidad en la Universidad del Bosque en Bogotá, estudios que alternó con trabajo en este campo para las nacientes agrupaciones de su tierra que llegaban a la capital.
Al concluir sus estudios disfrutó de su primer acercamiento con la enseñanza, lo contrataron como profesor del Conservatorio del Colegio Los Pinos en la capital, donde enseñó música por computadora; luego tomó su mochila y emprendió vuelo a Australia, decidió aprender inglés.
A su retorno a Colombia estaba seguro que sólo quería regresar a Valledupar, así que aplicó a una vacante de empleo para instructores que vio en la Agencia Pública de Empelo del SENA, enfrentó las pruebas del caso y desde entonces es instructor de la institución más querida por los colombianos.
“Mi paso por el SENA es de las mejores cosas que vivo; siento que es la forma de retribuirle a mi tierra todo lo que me ha dado; aquí la única posibilidad que tienen las personas de adquirir un conocimiento técnico en producción de audio es con nosotros. Aunque este es un territorio musical está relegado en temas como estos, por eso el interés de tantas personas por obtener un cupo con el SENA”, comentó Carlos Mario, quien reconoce que entre sus aprendices ha contado con personas que tienen hasta más de 30 años de experiencia en el campo musical, integrantes de reconocidas agrupaciones.
La cosecha por este trabajo la empieza a recoger el sonidista, cuyo proyecto LASO fue reconocido el pasado 28 de abril por la revista Portafolio como una de las diez iniciativas de emprendimiento cultural más relevantes de Colombia, tal y como lo demuestra la producción musical que logró sacar adelante el año pasado para compilar sonidos urbanos de este territorio.
Mientras estos reconocimientos llegan a su vida sin buscarlos, Carlos Mario sigue trabajando tras el telón sin parar, recorriendo el país y el mundo con Silvestre, optimizando el sonido que llega a los seguidores del artista en la gira 360 grados y planeando nuevos sueños para sus aprendices SENA.