Las altas cumbres de este municipio se combinan con la dulce caña sembrada con el deseo de resurgir de Jeison Parra, un campesino desplazado por la violencia, que recobró su vida de la mano de la Unidad de Emprendimiento del SENA, que lo guio en la creación de Las Delicias de J, una empresa panelera que brinda empleo a cientos de familias ubicadas en las faldas del Volcán Galeras y exporta mensualmente 46 toneladas de panela a Estados Unidos.
La idea de Jeison surgió de la formación que realizó en el programa de Jóvenes Rurales Emprendedores. En su plan de negocios formuló la creación de un trapiche panelero, iniciativa presentada al Fondo Emprender, que le aprobó 102 millones de pesos.
Según indicó Jeison, la idea nació de la necesidad que tienen las empresas paneleras de industrializarse y cumplir los requisitos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).
En su plan de negocios formuló la creación de un trapiche panelero, iniciativa presentada al Fondo Emprender, que le aprobó $102 millones.
“Por lo general los trapiches en el campo colombiano son construidos de manera artesanal, no generan muchos ingresos y en ocasiones solo producen pérdidas. De aquí surge la idea gracias a la formación en Producción y Comercialización de Caña Panelera del programa Jóvenes Rurales Emprendedores”, agregó el emprendedor.
Desde 2013, la Unidad de Emprendimiento del Centro Internacional de Producción Limpia Lope, de la Regional Nariño, ha acompañado este proceso. A través del Centro, la iniciativa ha recibido asesoría y apoyo técnico de arquitectos e ingenieros del Invima, así como también de ingenieros de alimentos, electricistas, y todo un equipo de instructores y expertos en la construcción de trapiches.
Para Jeison como para cientos de familias que habitan las riberas del volcán Galeras, la caña representa su alimento, su vida y la esencia que los identifica como cultura nativa de sus antepasados.
“Nosotros en familia somos ‘cañicultores de pura cepa’. Recuerdo que cuando era pequeño mi padre tenía dos hectáreas de caña. Entonces en una ocasión yo le dije que me diera una hectárea para trabajarla, y él me dijo que no; pero me llevó a una entidad financiera y me sirvió de fiador para sacar mi primer préstamo; de esta manera compré mi primera hectárea”, expresó Jeison dirigiendo su mirada al cielo y recordando cómo se inspiró su emprendimiento.
Las Delicias de J genera diez empleos directos y más de 400 empleos indirectos de familias campesinas que se dedican al cultivo, cosecha y transporte de caña. Los recursos del Fondo Emprender se destinaron para la compra de un molino de caña industrial que tuvo un costo de 65 millones de pesos. También para la adquisición de una serie de calderas por valor de 30 millones más y finalmente, para la contratación de un contador público.
“Antes en nuestra región se procesaba la caña en cualquier trapiche fabricado artesanalmente, pero ahora nosotros tenemos una empresa de última tecnología que da mejor rendimiento. Esto nos permite generar más recursos económicos para la manutención de nuestras familias”, dijo Graciela Aydeni Barahona, esposa y ‘fiel escudera’ de Jeison en los momentos difíciles de la creación de su empresa.
“Desde la Unidad de Emprendimiento hemos buscado fuentes de comercialización para convertir a ‘Las Delicias de J’ en una microfranquicia que le permitirá validar su mercado para ser replicado, adaptado y compatible en otras regiones del departamento y el país”, afirmó Sara Ángela Arturo González, directora de la Regional Nariño del SENA.
Ahora Jeison y su familia tienen un nuevo futuro con la agricultura y la caña de azúcar. Con nostalgia recuerda: “Hace un tiempo atrás, tuve que salir desplazado por la violencia. Recibimos toda la atención que presta el Gobierno, y de la mano del SENA hemos hecho borrón y cuenta nueva. Lo que pasó quedó atrás”.