Íngrid Ferrer es la penúltima de diez hermanos; su sueño es estudiar una carrera para así ayudar a su familia a construir una casa digna y propia, como la que tenían en Media Luna, corregimiento del municipio de Pivijay (Magdalena) antes de ser desplazados por la violencia hace 16 años.
Ella es una de las decenas de víctimas de la violencia atendidas en la jornada ‘Yo me inscribo al SENA’ en el Centro Regional de Atención y Reparación a Víctimas de Soledad (Atlántico).
“Yo me gano la vida cocinando y lavando de vez en cuando en algunas casas, pero mi deseo es estudiar, trabajar en una empresa pues tengo capacidades para la atención al cliente, y sé que con el SENA podría superarme y ser mejor persona; además que estudiaría gratis y es una gran oportunidad”, aseguró Íngrid, quien se inscribió al programa Técnico en Asistencia Administrativa.
De niña, en su pueblo natal, junto a sus cuatro hermanas, ella ayudaba a su madre a alimentar las gallinas mientras su papá y sus cinco hermanos varones ordeñaban las vacas. Sus vecinos eran su familia, primos y tíos, que fueron agredidos y asesinados una noche de diciembre, hace 15 años, cuando grupos armados los obligaron a desalojar sus viviendas.
De este modo, sólo en Pivijay y sus corregimientos, cerca de 15 mil personas han declarado hechos victimizantes; de ellos, 75 por ciento corresponde a desplazamientos, según la Unidad para la Atención y Reparación integral a las Víctimas.
“Yo me gano la vida cocinando y lavando de vez en cuando en algunas casas, pero mi deseo es estudiar, trabajar en una empresa”: Íngrid Ferrer, desplazada por el conflicto armado.
Por eso, con el fin de apoyar el proceso de reparación integral y generación de oportunidades de los ciudadanos afectados por el conflicto armado, el SENA tiene dispuestos todos sus servicios para este tipo de población, aportando a la construcción de tejido social.
En este sentido, durante el año anterior –por ejemplo– la Entidad atendió, en los diferentes niveles y tipos de formación, a más de 630 mil personas desplazadas por la violencia; además, se crearon 8 mil planes de negocio y 3.150 unidades productivas para esta población, en todo el país.
“Ya llevamos abonado el camino para la paz, pues como Institución hemos brindado herramientas para el trabajo y mejores oportunidades a quienes han sufrido el flagelo de la violencia en cualquier municipio y vereda del país”, dijo Jacqueline Rojas Solano, directora del SENA en Atlántico.
En este departamento, la Entidad benefició con formación a 33.218 víctimas de la violencia –durante 2015–. Igualmente, se orientaron ocupacionalmente, a través de la Agencia Pública de Empleo, a 6.224 desplazados.
“Uno de los pilares en la reparación de las víctimas es la educación, pues mediante esta pueden desarrollar sus habilidades, tener mayor acceso a un mejor futuro y tener un aliciente para desarrollar un nuevo proyecto de vida; por eso es de vital importancia contar con el SENA”, opinó Natalia Alvarado Sánchez, gerente del Centro Regional de Atención a Víctimas en Soledad.
Desde noviembre del año anterior, cuando fue inaugurado este centro, la Entidad habilitó un punto de orientación, apoyo y oferta de servicios, donde se atienden diariamente a más de 300 personas.