“Sus mejillas rosadas, labios carnosos aún con brillo, cejas torneadas, pestañas largas encurvadas y su cabellera rubia, suelta y perfumada… así, así siempre se veía, hermosa y reluciente; así me enamoré de ella y así la quiero recordar”.
Esa voz entrecortada, de un esposo que quería darle el último adiós al amor de su vida, es uno de los tantos recuerdos que guarda Julián Agudelo, un hombre de 31 años, quien trabaja como embalsamador en la Funeraria San Vicente de Medellín.
Él es aprendiz hace un año del programa Técnico en Tanatopraxia, y además empezará el nuevo curso de Tanatoestética como formación complementaria.
“Hace 12 años me dedico a embalsamar cuerpos, para mí esto es una pasión, como para usted es el periodismo”, con estas palabras rompimos el hielo de la entrevista, entre tanto me cuenta que, mientras atiende mi llamada, está terminando de alistar un cuerpo.
Julián me explica de una forma simple y directa la diferencia entre las dos formaciones: la Tanatopraxia es la técnica de preservar cadáveres y la Tanatoestética se encarga de maquillar y dar vida a esos detalles que hacen de cada ser humano alguien único y especial.
Formol, base, rubor, labial, esmalte, espuma de afeitar y hasta tintes de cabello, hacen parte de los instrumentos de trabajo que se utilizan a la hora de preservar y maquillar los cuerpos.
Por esta razón, Julián no oculta su emoción por aprender una nueva herramienta que le servirá para ejercer mejor su trabajo, el cual ha desempeñado hasta ahora de forma empírica, como la mayoría de sus compañeros. La formación complementaria en Tanatoestética –primera y única a nivel nacional en el SENA– se ofrecerá a partir del mes de marzo en la Regional Antioquia buscando dar respuesta a una necesidad generalizada del sector, representado en la Mesa de Servicios Exequiales y Funerarios.
La normalizadora de esta Mesa Sectorial, Luz Eugenia Sierra, comenta que desde 2012 se creó con 350 funerarias y 180 cementerios del país, “el SENA ejerce la secretaría técnica a través del Centro de Servicios de Salud, teniendo como líder al departamento de Antioquia. En ella se formulan las normas dictadas por el Ministerio de Salud y Protección Social para el funcionamiento del sector”.
“La profesionalización del sector da un valor agregado a nuestro talento humano, el cual debe ser más valorado. En el caso de la Tanatoestética, es una tarea que deben hacer manos expertas para cumplir no solo con la normatividad, sino también con las expectativas de los dolientes”, así define Álvaro Andrés Uribe, vicepresidente del Sector Funerario de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) y Gerente de Funeral Intergroup, el aporte que el SENA hace con esta nueva formación.
Formol, base, rubor, labial, esmalte, shampú, perfumes, espuma de afeitar y hasta tintes de cabello, hacen parte de los instrumentos de trabajo que se utilizan a la hora de preservar y maquillar los cuerpos. La mayoría de las veces los familiares a pesar del dolor, dan una breve descripción de cómo su familiar lucía en vida para verlo así en el ataúd.
Al seguir conversando con Julián, me cuenta que a pesar de parecer un trabajo escalofriante, para él es algo natural porque es muy diferente a la ‘carnicería’ que la gente se imagina. Él es casado y padre de dos niñas, ellas respetan su oficio, y hasta su pequeña Kimberly de seis años dice que: “mi papito pone bonitos a los muerticos para que se vayan al cielo”.
“Desde pequeño me inquieté por saber por qué se mueren los seres vivos, recuerdo que mi mamá me regañaba cuando yo desbarataba un animal muerto para ver cómo era por dentro. Muy joven fui policía, pero al presenciar los levantamientos me di cuenta que lo mío era trabajar para darle dignidad a los fallecidos”, agrega Julián.
“La tanatoestética es la parte más visible y bonita de todo el trabajo con los muertos, pues así como nos arreglamos para ir a una fiesta como no hacerlo por última vez para dejar una buena impresión, es algo que genera en medio del dolor un poco de tranquilidad a las familias”; así describe su oficio Luz María Uribe, instructora de Tanatopraxia y embalsamadora del laboratorio de la Funeraria San Vicente.
Ella comenta que lo más gratificante de su trabajo, además de compartir sus conocimientos, es escuchar de los familiares frases como: “gracias por cumplir el último deseo de mi ser querido, en su rostro no se ve ni dolor ni sufrimiento”.
Como embalsamadores o tanatoprácticos son varios los jóvenes –hombres y mujeres– que empiezan a inclinarse por este oficio.
Es el caso de Carlos Andrés Bermúdez, un aprendiz ejemplar que trabaja en la Funeraria San Vicente y que recientemente preparó el cuerpo de su abuelo.
Como embalsamadores o tanatoprácticos son varios los jóvenes –hombres y mujeres– que empiezan a inclinarse por este oficio.
Otros nuevos cursos, como Operario de Servicios Técnicos de Cementerio y Formación en Duelo –este último debido al incremento de trastornos mentales por un mal manejo de la pena–, se desprenden del trabajo que el SENA mancomunadamente realiza con los empresarios, dando cumplimiento a 14 normas emanadas por el Ministerio de Salud y Protección Social para cualificar al talento humano.
Luis Fernando Arango Madrid, gerente de la Funeraria San Vicente y presidente del Sector Funerario de Fenalco, dio a conocer la importancia de la nueva formación en Tanotoestética.
En el mediano y largo plazo Julián y Carlos Andrés comparten el mismo sueño, seguir estudiando para ser los mejores embalsamadores de Antioquia y el país; no para ganar reconocimientos, sino para apoyar a las familias en el momento más difícil e inevitable de la vida: la muerte.
LA MUERTE EN CIFRAS
Según la Gerencia Sectorial de Funerarias y Servicios Exequiales de Fenalco Antioquia, el sector tiene aproximadamente un 0,13% de participación en el PIB nominal y facturó en 2012 un producto por 798 mil millones de pesos.
En cuanto a empleo y de acuerdo con estadísticas del último censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), 9.500 personas derivan su sustento de esta actividad, distribuidas en 2.155 establecimientos, a los cuales se suma un alto número de empleos indirectos en actividades como floristerías, músicos, imprentas, transporte, fabricación de bóvedas, lápidas, osarios y ataúdes.
El informe de Fenalco también indica que hasta 2013 habían registradas en el país cerca de 700 funerarias, 69 parques cementerios y 650 cementerios municipales.