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  • Bienestar

    Matrimonio y empresa hechos de barro

    Ráquira (Boyacá)
    miércoles, 15 de enero de 2014
    Ramón Sánchez y Ana María Pinilla, son dos orfebres que se certificaron como técnicos en Alfarería, a través de la Mesa Sectorial de Artesanías, una estrategia de formación del SENA.
    Ana María y Ramón junto a sus dos pequeñas hijas, Laura Sofía y Salomé, en el taller familiar de Ráquira, un municipio por tradición artesanal.

    En Ráquira dicen que cada habitante nace artesano. Es una vocación impresa en su genética. Esta es la tierra de las ollas de barro, de los chorotes y alcancías en forma de chancho. También la tierra de la música carranguera. 

    El amor los pilló amasando barro. Las manos de Ana y Ramón, que moldean con habilidad innata las ollas, los tiestos, las alcancías, las esculturas religiosas y de campesinos, que luego serán cocidos al fuego, se entrelazaron con la unidad del matrimonio y con la fuerza del trabajo para crear empresa.

    Ana María, en el taller de artesanías de propiedad de Ramón y sus hermanos, a un kilómetro del casco urbano de Ráquira, con un pedazo de barro sin cocinar y una cuchilla, dibujó una flor de cinco pétalos en forma de corazón. Esa fue su declaración de amor y prácticamente la respuesta de la joven a la insistencia que durante casi cuatro años le mostró su patrón y pretendiente.

    Esta historia de amor, que concluiría en una sociedad conyugal y empresarial, comenzó a cocinarse desde el momento en que Ramón contrató a la joven para que trabajara en la fábrica. Cuenta el artesano, que un día se encontró con ella en el parque y hablando de todo un poco su paisana le comentó que no tenía trabajo. La chica recién había terminado el bachillerato en un colegio de Chiquinquirá y necesitaba empleo. Entonces Ramón le ofreció puesto en su taller.

    Esta historia de amor, que concluiría en una sociedad conyugal y empresarial, comenzó a cocinarsedesde cuando Ramón contrató a la joven para que trabajara en la fábrica.​​

    "Le comenté que yo tenía un taller familiar de cerámica, que se fuera a trabajar allí. Ella se imaginaba que hacíamos unos platos como los de Corona, finos y que sacábamos grandes producciones y no algo tan rústico como los que se hacen actualmente. Le dije que me colaborara en la elaboración de las artesanías. Cuando ella llegó se encontró con platos rústicos. Bueno, pasado un ratico pensándoselo, ella dijo que sí podía colaborar y comenzó a trabajar en el taller en varios oficios", recuerda Ramón, quien aclaró que en ese momento sólo eran amigos.

    El artesano no tiene claro cómo pasaron de la amistad al amor, pero Ana sí tienen claro ese asunto: "El amor surgió aquí mismo, en la fábrica. Me sentaba con Ramón a hablar de muchas cosas de su vida, de su trabajo, de su estudio. No solamente teníamos el contacto del trabajo, también de la amistad. Nos acostumbramos después de la jornada laboral a ir al parque a departir y a hablar con el resto de amigos, y así fue durante cuatro años: salir a tomar tinto en el parque y a hablar y con los amigos… hasta que surgió la manifestación de amor".

    Siete años después, los enamorados que hablaban en el parque, adornado por obras artesanales diversas, son padres de Laura Sofía y Salomé, y propietarios de la empresa familiar que sostienen con amor, constancia y perseverancia.

      

    Cal y arena

    No todo fue color de rosa en la historia de Ana y Ramón. Cuentan que recién casados padecieron el año de lasvacas flacas, producto de la fuerte competencia que se da cuando se producen tiestos y artesanías a nivel industrial, especialmente en un mercado donde es complicado comercializar y obtener ganancias.

    "En ese tiempo producíamos las mismas artesanías del resto de talleres más grandes", sostiene Ramón.

    La crisis llegó a su punto más alto y ocurrió lo predecible, pues su producción pese a cumplir con los pedidos en gran volumen, dejaba un escaso margen de utilidad, que apenas alcanzaba para cubrir los gastos.

    "Cuando se cocinaba una producción de platos y bandejas se llenaban los pedidos, pero la utilidad era muy baja, y ahí fue cuando nos dimos cuenta de que ni siquiera teníamos el análisis de cuánto eran los costos, ni sabíamos si ganábamos o perdíamos. Entonces nos tocó despedir a los seis trabajadores que teníamos en la fábrica", señala el artesano.

    En realidad la pareja se vio abocada a competir en un mercado mayormente abastecido por la industria artesanal, pues no puede compararse el gran volumen producido con maquinaria, al lento y reducido que se moldea manualmente.

    Ráquira cuenta con cerca de 80 fábricas microempresariales que emplean a unos 300 obreros, mientras que con el sistema tradicional trabajan unos 30 o 40 orfebres en pequeñas empresas familiares. El trabajo no debería escasear, pues la materia prima está bajo los pies de sus habitantes: el barro, pero el municipio sufre con el desempleo.

     

    De artesanos empíricos a técnicos

    Los protagonistas de este relato de amor, Ramón Sánchez y Ana María Pinilla, son dos de los 24 orfebres de esa localidad que se certificaron como técnicos en Alfarería, a través de la Mesa Sectorial de Artesanías, una estrategia de formación implementada por el SENA.

    Los aspirantes que conformaron el grupo debieron cumplir con los requisitos contemplados en el proceso de evaluación de competencias laborales. El Técnico en Alfarería se ejecutó con normas de competencias que contemplan desde la preparación de arcilla, el modelado a mano, el uso de moldes en la elaboración de cerámica, el decorado con engobes y esmaltes hasta la operación de un horno y el modelado con torno, comercialización y el cuidado del medio ambiente.

    La Mesa Sectorial de Artesanías surge de la necesidad de mejorar la competitividad del sector a través de la construcción de estándares de calidad del desempeño del oficio del artesano. Esta se creó en Boyacá en el año 2000; en 2005 se trasladó para Cúcuta y retornó nuevamente al departamento en 2008.

    ​"Cuando se cocinaba una producción de platos y bandejas se llenaban los pedidos, pero la utilidad era muy baja".​​

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    La zona de influencia es todo el país con base en seis oficios artesanales: tejeduría, cerámica, joyería, trabajos en cuero, piedra y madera. Los departamentos líderes en certificación son Córdoba, Boyacá, Nariño, Bolívar, Cauca, Santander y Atlántico.

     



    JMP/ET/fdo/agf
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