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  • Inclusión Social

    “Nunca es tarde para aprender”

    Santiago de Cali
    lunes, 14 de julio de 2014
    Historia de un colombiano a quien el SENA formó. Su testimonio es ejemplo para los habitantes de una comunidad en la que la Entidad tendrá en sólo días una nueva sede.
    “En este sector ha habido problemas y por eso queríamos irnos, pero con la llegada del SENA sé que la vida nos va a cambiar a todos; de aquí ya no nos movemos”: Carlos Alberto Sarria Amaya.
    Una sonrisa tímida asoma a los labios de Carlos Alberto Sarria Amaya, mientras apoya todo el peso de su cuerpo –y el de sus 55 años de edad– en las muletas plateadas que nunca lo desamparan.

    “La vida por aquí va a mejorar mucho. Se va a valorizar y van llegar muchos beneficios, nosotros ya no nos vamos de por aquí”, afirma con determinación.    

    Carlos y su familia salieron huyendo de su finca en Siberia (Cauca), a causa de la violencia  15 años atrás, llegaron a Villa Blanca –barrio al oriente de Cali–. Allí lo recibió, junto con su esposa y  sus seis hijos, una hermana. 

    “Una noche en la que hubo muchos combates y un bombardeo espantoso, dije no más, y me vine para Cali con mi familia. Ya no teníamos paz, porque a mis hijos también los acosaban con propuestas para que se metieran a esos grupos  armados”, recuerda.

    Su casa es de cemento y nos recibe en una pequeña sala pintada de amarillo pálido. La decoración en las paredes son cuadros con las fotografías  de Marisol,  su penúltima hija y orgullo de la casa. Ya casi es el mediodía,  afuera en la calle se aprecia el barro reseco por el sol de este barrio del  Distrito de Aguablanca, en Cali.  

    Carlos y su familia salieron huyendo de su finca en Siberia (Cauca), a causa de la violencia 15 años atrás. En Cali lo recibió, junto a su esposa y sus seis hijos, una hermana.​​​​


    EL SEMÁFORO CAMBIA A VERDE

    Con muchas incertidumbres como todo desplazado, lo primero que se le ocurrió a Carlos Alberto fue comprar un carrito de dulces para ganarse la vida y el sustento para la familia. Cada mañana, ayudado por sus muletas, salía a ocupar su puesto de trabajo al pie de un semáforo.

    Transcurría 1999 y un día llegó a su vida una gran oportunidad que cambio su vida. "Un señor paró en un carro y me pidió algo, nos pusimos a conversar y en medio de la charla me habló del SENA y me aconsejó que fuera al Complejo Salomia, donde habían abierto un curso de calzado, eso era algo que yo quería aprender”.  

    De esta forma Carlos Alberto, entró en contacto con el lugar de las oportunidades y durante un año fue aprendiz, en el área en que quería formarse. Marisol la penúltima de sus hijas con Carmen Rosa Méndez recuerda: “Gracias al curso de marroquinería que hizo en el SENA, mi papá pudo proveernos económicamente  un buen tiempo” 

    “En el SENA  nos enseñaban a  hacer calzado y teníamos charlas con sicólogas y personas que nos ayudaban a fijarnos metas y a seguir adelante. Por eso comencé a inculcarles a mis hijos que estudiaran allá”, enfatizó Carlos. 

    Marisol también se decidió por otra formación. “Cuando terminé el colegio, comencé la Tecnología en Gestión de la Producción Industrial, en el Centro Nacional de Asistencia Técnica a la Industria (ASTIN)”.   

    CONSTRUYENDO NUEVOS SUEÑOS

    Carlos Alberto ha tenido que convivir con una limitación causada la Poliomielitis cuando apenas era un niño. Desde entonces –hace 50 años– sus piernas dejaron de responder y tuvo que aprender a defenderse con muletas en la finca donde vivían, cuidando cultivos en laderas, grandes cuestas y animales.

    Esta circunstancia de su vida le sirvió para llenarse de coraje, determinación e iniciativas, virtudes que lo caracterizan. Por eso luchó para sacar a su familia del peligro en aquellos años de violencia  y con ese mismo coraje enfrentó la crisis del  desempleo que vivió el año pasado. 

    “De un momento a otro me quedé sin trabajo porque el negocio del  calzado se puso muy malo, entonces me dije; tengo que estudiar un curso de confecciones,  y lo logré,  me acabo de graduar nuevamente en el SENA”, dice con orgullo este hombre, habitante de la Comuna 13 de Cali.

    En esta comuna la entidad en que más confían los colombianos adelanta la construcción de la nueva sede del Centro de Diseño Tecnológico Industrial (CDTI); la moderna obra será de gran de beneficio para  la comunidad del sector y  las zonas aledañas.


    “La vida por aquí va a mejorar mucho. Se va a valorizar y van llegar muchos beneficios, nosotros ya no nos vamos de por aquí”.​​​​


    “Entre las formaciones están los dos cursos de confecciones que realizamos  para la elaboración de piezas infantiles. La idea es que los beneficiarios  aprendan a confeccionar los uniformes de sus hijos en edad escolar y que además puedan trabajar desde su propia  casa”, explicó Socorro del Carmen Fajardo, coordinadora académica de Línea Vestuario Inteligente, del CDTI.   
     
    Marisol está satisfecha por los logros de su padre. “Me dio mucho orgullo ver a mi papá en ese curso y ahora los dos somos aprendices del SENA. Como siempre dice: ‘nunca es tarde para aprender’, esa es la  actitud que quiero heredar de él”, enfatizó la hija de Carlos.  

    Gracias a su perseverancia, Carlos Alberto hace parte del grupo de cuatro personas –del total de 30 que tomaron los cursos– que ya están trabajando. En su caso, la labor la realiza para una maquilla desde su propia casa, la misma que con el paso de los años pudo comprar finalmente en Cali, en el barrio Villa Blanca, en donde piensa seguir viviendo.

    HFQ/jrg/agf
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