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  • Formación

    El profe, el amigo, el instructor, el ‘Campeón de la vida’

    Medellín
    jueves, 10 de julio de 2014
    El 'profe' Luis Fernando Montoya resultó ileso de un accidente de tránsito. El destacado técnico de fútbol que llevó al Once Caldas a ser campeón de la Copa Libertadores es instructor SENA.
    Aprender a hacer mucho con poco, hacer todo con orden y disciplina, y valorar lo que se tiene, son las reglas de oro que el profe Montoya inculca entre sus aprendices del Centro de Servicios de Salud de la Regional Antioquia.
    “Por un momento imaginen que solo pueden mover la cabeza. Sus brazos y piernas están rígidos e inmóviles; sienten ganas de rascarse la nariz y no pueden, tienen sed y tampoco pueden agarrar el vaso de agua que tienen al lado; les da hambre, y deben esperar a que alguien les ponga la comida en la boca; dependen totalmente de los demás. Ahora piensen que así ha sido la vida del profe los últimos nueve años, solo así pueden ponerse en los zapatos de él por un instante”.

    Este es un ejercicio que el sicólogo del profe Montoya realiza con los aprendices en el momento que inician la clase con el ‘Campeón de la vida’.  

    El hombre que hizo vibrar de emoción a Colombia cuando llevó al Once Caldas a obtener el título de Campeón de América en 2004 —convirtiéndose en el segundo equipo del país en ganar el anhelado torneo—. La narración minuto a minuto de este importante partido evoca cómo salieron victoriosos:

    “Sólo faltan dos penaltis y va Viáfara, fuerza Viáfara, patea y goooooooooool. Ahora es el turno para Boca Juniors, atención, el público del Estadio Palo Grande de Manizales está a punto de estallar; que lo bote, que lo bote gritan los hinchas. Se alista el argentino Franco Cángele, el arquero Henao lo espera en el arco, va a patear, patea, y lo tapó, lo tapooooo, señoras y señores: Campeónnnnnnnnn Once Caldas, Campeón de América. ¡Sí señores, el Blanco Blanco de Manizales le acaba de ganar al Boca Juniors, el equipo invencible, el equipo del virrey, de Carlos Bianchi, ha sido derrotado! ¡Final de infarto, gracias Colombia, gracias muchachos, gracias Profe Montoya, sos grandeeeee Profe, sos grandeeeeee!”.

    Este antioqueño es el protagonista de dos sucesos que siguen vivos en la memoria de la mayoría de colombianos, y que fueron titulados por la prensa nacional e internacional.​​​​​​​


    Todo esto era un sueño hecho realidad gracias al director técnico Luis Fernando Montoya Soto. Este antioqueño, nacido el 2 de mayo de 1957, es el protagonista de dos sucesos que siguen vivos en la memoria de la mayoría de colombianos, y que fueron titulados por la prensa nacional e internacional.

    Uno resume la alegría de hace 10 años –el 1° de julio de 2004–, cuando se veía a un hombre feliz recibiendo, con su hijo en brazos, el máximo trofeo de la Copa Libertadores de América; y el otro, tan sólo cinco meses después, cuando fue víctima de un atraco en el que infortunadamente  resultó cuadripléjico. 

    Estas escenas las recuerda el profe Montoya, una y otra vez, mientras transmite todo su conocimiento a los aprendices que capacita, ya que desde 2008 es instructor SENA en Antioquia del programa Dirección Técnica de Fútbol.

    Una meta cumplida fue ganar la Copa Libertadores, todos los jugadores sabían que era el comienzo de grandes cosas, por lo que en diciembre el Blanco Blanco se alistaba para competir por la Copa Intercontinental de Clubes en Japón; hasta el continente asiático llegó el equipo manizalita motivado por su técnico. 

    Era la Navidad de 2004 y en Yokohama jugaron representando al continente americano  contra el  Porto de Portugal. Un partido aguerrido en el que no se consiguieron goles durante los noventa minutos, y que desde el punto penal fue el equipo europeo quien consiguió el triunfo. 

    Luego de su paso por Japón, el profe estuvo en Miami (Estados Unidos) donde recibió un homenaje de la hinchada caldense residente en esa ciudad; de ahí viajó a Bogotá y a Villavicencio donde también fue homenajeado, y en Manizales los fieles seguidores destacaron su gran papel en Asia. Era el momento de volver a casa. 

    El 22 de diciembre llegó a su natal Antioquia. Arribó al municipio de Caldas donde vive desde que era niño, todo era ambiente de júbilo y fiesta en las calles, era víspera de Navidad y la alegría de celebrar con Adriana Herrera, su esposa y con su hijo José Fernando —que en ese entonces tenía tres años— no se hacía esperar.

    “Ese día pasaron varias cosas a la vez. Recuerdo que camino hacia mi casa recibí una llamada que se convirtió en la última propuesta que me hicieran para dirigir un equipo de fútbol; y esa llamada era nada más y nada menos que de Argentina”, comenta el Profe con evidente nostalgia.

    “Esa tarde yo retiré un dinero de Luis Fernando porque estaba comprando los regalos de Navidad para unos niños pobres de la Vereda La Quiebra de Caldas. Mientras tanto, él estaba en la casa jugando con José. De repente unos hombres me amenazan con un arma y me hacen tocar la puerta, en ese momento él abrió, y en su reacción por defenderme intentó darle unos dólares que tenía al atracador, pero el hombre al ver que se mandó la mano al bolsillo le disparó. Mi esposo empieza a caer lentamente hasta que se desmaya”.


    “No sentí dolor, solo cerré los ojos y cuando desperté en la clínica ya habían pasado muchas horas. Luego entendí que mi vida había cambiado para siempre”.​​​​​


    Así narra Adriana el fatídico suceso, como rebobinando la cinta de un episodio que quisiera borrar de su mente. Una mujer valiente e incondicional que se convirtió en la compañera de vida del Profe desde el año 1998, producto de un amor a primera vista que surgió cuando ella trabajaba en una entidad bancaria.

    Mientras su esposa comenta los detalles de ese momento, él respira, hace una pausa y se queda pensativo por un instante; la mirada la dirige al cielo como invocando a Dios y luego de unos segundos de silencio, sus ojos claros parecieran estar dando la respuesta. 

    “No sentí dolor, solo cerré los ojos y cuando desperté en la clínica ya habían pasado muchas horas. Luego entendí que mi vida había cambiado para siempre”, así recuerda el momento que partió su historia en dos.

    Ese día los rumores en los medios de comunicación llegaron de inmediato y una fatídica noticia se expandió. Muchos anunciaron que el Profe Montoya había sido asesinado, sin embargo, y gracias a sus ganas de aferrarse a este mundo, sobrevivió. A partir de ese momento la mayoría de colombianos se unieron en una cadena de oración por la salud de este hombre de apariencia seria pero con un gran corazón, buen esposo y padre de familia.

    “Varias horas lucharon los médicos por salvarle la vida, hasta que por fin nos dieron un dictamen: está vivo pero la lesión en la médula espinal lo ha dejado cuadripléjico. Esa, sin duda, fue una de las noticias más duras que he recibido en toda mi vida”, manifiesta Luis Alfonso Sosa, sicólogo del Profe, compañero y amigo desde hace treinta años.

    Sosa, quien fuera en su momento el sicólogo del Once Caldas, apenas supo la nueva condición de su amigo del alma, lo nombró el ‘Campeón de la Vida’ delante de todos los jugadores que esa noche acudieron a la Clínica Las Américas.

    Evocando ese momento, recuerda: “Muchos pensaban que ese era el final de Luis Fernando, pero paradójicamente fue el momento en el que sacó una fuerza increíble para vencer la muerte, pese a que no podía mover ni los brazos ni las piernas”.

    Y es que precisamente, esa superación poco a poco ha hecho evolucionar su salud, pues a pesar de tener gran parte de su cuerpo paralizado, ya no necesita estar conectado a un respirador artificial ni a marcapasos como tuvo que estarlo varios meses atrás; paulatinamente viene mejorando su sensibilidad en algunas partes del cuerpo. Una de las personas que ha evaluado su recuperación y se ha mostrado gratamente sorprendido, es el médico John McDonald, el mismo que atendió en su momento al actor Christopher Reeve, quien interpretó a Supermán.

    Esta mejoría lo impulsó a seguir trabajando por el fútbol que es su más grande pasión, porque como el mismo lo dice, “a mí el fútbol nunca me ha dejado, y yo tampoco he querido dejarlo”. Desde joven se mostró inquieto por el deporte, por lo que ingresó al Politécnico Jaime Isaza Cadavid, en el que se graduó como Tecnólogo Deportivo con Especialización en Fútbol, y ahora como instructor SENA forma a los futuros dirigentes de los equipos nacionales.
     
    “Al SENA tengo mucho que agradecerle, creyó en mí a pesar de mi condición, me dio la oportunidad y la alegría de sentirme útil y seguir aportando económicamente a mi familia. Valoró mi experiencia y me eligió para hacer parte de una formación de calidad, para entregarle a Colombia unos directores técnicos que, además de estrategas, sean buenos líderes y buenos seres humanos”.

    Sus clases son preparadas juiciosamente y dictadas desde la camilla, asistido por su compañero Sosa. Dos veces a la semana recibe en su casa a dos grupos de aprendices y mensualmente dicta conversatorios en otros centros de formación y en municipios antioqueños  a los que se desplaza en su ambulancia —donada por el Gobierno Nacional—, acompañado además de su esposa, enfermeras y terapeutas. 

    Está convencido de que la fe mueve montañas, por lo que guarda la esperanza de volver a caminar y pisar nuevamente una cancha en la que dirija un equipo de fútbol.​​​​​



    Mientras le sostienen un micrófono, evitando que se fatigue al elevar el tono de voz, el profe dice a sus aprendices: “Si ustedes sueñan con dirigir, primero deben ser personas íntegras, con disciplina, dar buen ejemplo y pensar en el equipo no en el triunfo personal. La labor de un buen líder es hacer que el otro siempre pueda ser mejor”, este es un consejo que inculca en los jóvenes que ven en él un ejemplo a seguir. 

    Por su parte, los aprendices no pueden ocultar su admiración por un ídolo que ha cosechado varios triunfos; su experiencia dirigiendo diferentes equipos, desde la selección del municipio de Caldas hasta los del fútbol profesional colombiano como Atlético Nacional y Once Caldas, hicieron que en 2004 recibiera del diario El País de Uruguay, la distinción como Mejor Técnico de América. Y la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, con el aval de la FIFA, lo nombró el ‘Mejor Entrenador Colombiano del Siglo XXI’. 

    Tener el honor de jugar la  final de la Copa Libertadores contra Boca Juniors es un lujo que se dio Jorge Humberto Agudelo —el jugador que cobró el ultimo penalti a favor del Once Caldas—, y quien hoy paradójicamente vuelve a ser alumno del Profe como aprendiz SENA de Dirección Técnica de Fútbol, una persona que se emociona al hablar del hombre al que admira en las canchas: “Para mí ha sido como un padre en el fútbol, me ha compartido su conocimiento y sus experiencias. Gracias a él crecí en lo deportivo y en el ámbito personal. Ahora aspiro a dirigir como lo hizo él”.


    “Si ustedes sueñan con dirigir, primero deben ser personas íntegras, con disciplina, dar buen ejemplo y pensar en el equipo no en el triunfo personal”.​​​​​


    Hoy Luis Fernando Montoya, además de ser instructor SENA es Gestor Formativo de Deporte y Convivencia del Instituto de Deporte y Recreación de Medellín – INDER, así sigue transmitiendo sus conocimientos a jóvenes promesas del fútbol, deportistas en general y a los hinchas de los equipos antioqueños a los que también lleva un mensaje de respeto por la vida. 

    Se siente lleno de energía, agradecido con Dios por su familia, por su esposa a la que adora, por sus amigos incondicionales y por su hijo al que educa de la mejor manera, anhelando además, poderlo acompañar caminando el día de su graduación. 

    Está convencido de que la fe mueve montañas, por lo que guarda la esperanza de volver a caminar y pisar nuevamente una cancha en la que dirija un equipo de fútbol para tener de nuevo la satisfacción de llevarlo a un campeonato. De igual manera, seguirá siendo el Campeón de la Vida. ​

    MCR/agf
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