Gloria Patricia Caicedo es una de las 17 mujeres pertenecientes a un grupo de población vulnerable que se forman en el programa Técnico en Construcción de Edificaciones Livianas, en el Centro para la Formación Cafetera del SENA en Caldas, a través del convenio con el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) de la Presidencia de la República.
Gloria es madre de dos hijas de 14 y 8 años, que la han apoyado en esta nueva etapa de su vida, “Mi esposo no estuvo de acuerdo porque estaba aprendiendo más que él. Justamente eso fue lo que más me gustó de esta formación, que ha sido un verdadero reto”, afirmó Gloria Patricia, quien ahora combina sus labores de hogar y cuidado de sus hijos.
Ella, al igual que sus compañeras, llevan seis meses de formación obteniendo conocimientos en manejo e interpretación de planos, uso de herramientas especializadas y trabajo con diversos materiales como concreto, hierro, placas de yeso y fibrocemento, elementos que caracterizan las construcciones livianas.
“Se dice que la construcción es únicamente para los hombres, pero nosotras también somos capaces de mover cemento, realizar mezclas, hacer una viga o instalar las paredes”.
“Ese tipo de construcción nació en Europa y en estos momentos Manizales tiene dos, de las empresas más grandes productoras de estos materiales, lo que nosotros hacemos es capacitar en mano de obra calificada para manejarlos”, indicó Luis Evelio Martínez Arias, arquitecto e instructor del Centro para la Formación Cafetera del SENA Caldas.
El funcionario agregó que se trata de generarles mejores oportunidades a las mujeres que siempre han estado relegadas de esta actividad. “Podemos integrarlas a este sector para que participen de esta industria que maneja actualmente el 72% del presupuesto del país y ocupa un lugar importante en el Producto Interno Bruto a nivel nacional”, señaló Martínez Arias.
A CREAR EMPRESA
Sandra Milena Cardona Londoño es otra participante de este programa de formación, ella reconoció que aunque inicialmente quería estudiar cosmetología con el SENA, escogió esta opción que le planteó el DPS y ahora afirma con seguridad que no se arrepiente de esta decisión.
“Se dice que la construcción es únicamente para los hombres, pero nosotras también somos capaces de mover arena, cemento, realizar mezclas, hacer una viga o instalar las paredes en superboard y gyplac”, anotó esta madre cabeza de hogar, de profundos ojos azules.
Sandra ha trabajado como auxiliar en salones de belleza e incluso vendiendo arepas y empanadas en la calle para obtener el sustento para su hijo 12 años y una hija de 6. Mientras termina su bachillerato, piensa en su futuro, “Además de prepararnos, tenemos pensado al finalizar el programa, crear nosotras mismas una microempresa para mujeres constructoras y demostrar que también podemos”, expresó Cardona Londoño.
UNA JOVEN QUE TAMBIÉN CONSTRUYE SU FUTURO
Yesenia Loaiza Ruiz, distinguida por su tez blanca, pelo rubio, baja estatura, contextura delgada y mirada tímida, es aprendiz de 19 años del Tecnólogo en Construcción del Centro de Diseño e Innovación Tecnológica Industrial de Dosquebradas, Risaralda.
Actualmente vive con sus padres y un hermano, ellos la instaron a inscribirse en este programa, dice, “Me parece muy importante que las mujeres aprendamos a desempeñarnos también en las labores que realizan los hombres.
Mi papá fue muy importante en esta decisión ya que él fue el que más me apoyó”, reconoció Yesenia.
Mujeres que, a pesar de su reto laboral, no han perdido su condición femenina y el don de ser madres, mientras construyen su futuro.
Desde que ella aparece en el ambiente de aprendizaje con botas, overol, casco y acomodándose los guantes; sus compañeros aprendices elogian su trabajo y hasta lanzan frases y piropos, todo dentro del marco del respeto.
“Para mí es muy placentero que una mujer comparta con nosotros en este ambiente, en un área siempre dominada por hombres. Es muy valiente y lo hace en representación de todas las mujeres que pertenecen a estos programas”, señaló su compañero Luis Carlos Osma Bonilla.
Estas mujeres, que no temen manejar una carreta, palear la tierra, usar el flexómetro, tomar niveles, acomodar ladrillos, aceitar tablones o formaletas, clavar puntillas, trabajar en alturas o mezclar concreto, son las dignas representantes de aquellas que han hecho de un trabajo exclusivo de hombres, su gran reto laboral, sin perder su condición femenina y el don de ser madres. Ellas construyen su futuro.