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  • Bienestar

    Mil kilómetros de sueños: de Bogotá a La Guajira en ‘bici’

    Bogotá
    sábado, 05 de abril de 2014
    A sus 22 años, a Giorgio se le ocurrió una idea aparentemente disparatada, la cual llevó a cabo con su amigo Juan. Testimonio de vida de dos colombianos que hacen sus sueños realidad.
    ​Una historia presentada durante una charla, como parte de la agenda académica de WorldSkills Américas que se realiza hsta hoy en la capital colombiana.

    ​Hacer los sueños realidad, cuando se ha trazado una meta y luchado por ella, sin importar los obstáculos a enfrentar, es la clara demostración que Giorgio Londoño y Juan Álvarez, un antropólogo y un literato de profesión, dan a conocer como testimonio de vida, tras haberse aventurado a recorrer medio país en bicicleta, lo que muchos seguramente catalogarían como locura o proeza.
            
    En septiembre de 2013, a sus 22 años, a Giorgio, un apasionado por la vida, se le ocurrió una idea aparentemente disparatada: subirse en su bicicleta, salir de Bogotá, atravesar varios departamentos y llegar hasta el mar de La Guajira.

    Mil kilómetros, entre montaña y llanura, con temperaturas extremas de  calor y frío, algo que sólo podría compartir con Juan, su mejor amigo con quien desde la época de infancia compartía su afición por la bicicleta.   Sin dudarlo, aunque no tuviera la mejor preparación, Juan se subió a este sueño y se propuso pedalear incansablemente hasta alcanzarlo.


    EL SALTO AL VACÍO

    Una máxima de vida que nunca han olvidado es que si se recorren los mismos caminos, se llegará siempre a los mismos lugares, por ello transitaron nuevos senderos para disfrutar los parajes que nunca habían imaginado. 

    Una máxima de vida que nunca han olvidado es que si se recorren los mismos caminos, se llegará siempre a los mismos lugares.​​​


    Cada obstáculo vivido representó una superación.  Su primera etapa fue Tunja donde no además de las montañas, la lluvia y la niebla, llegaron las situaciones inesperadas como una jauría de perros.  Uno de ellos logró su cometido, poniendo en peligro la continuidad del trayecto.  

    Hay que jugar con los obstáculos y aprender a sortearlos, refiere Juan, para quien “emprender el viaje significó ahorrar, conseguir equipos y hasta renunciar a posibilidades laborales. La mordedura del perro hizo que tuviéramos que parar durante unos días y en mi caso, someterme a un riguroso tratamiento para a cambio poder continuar con el trayecto, ya que no soy de aquellos que siempre encuentran una excusa para no seguir adelante”.


    SABER SEGUIR, SABER PARAR, SABER ESPERAR Y APRENDER A ESTAR


    En carretera, muchas personas salieron a su paso para darles moral y ser partícipes del sueño.  Fue así como paso a paso llegaron a Santander con sus imponentes montañas y otro invitado inesperado, una intoxicación por alimentos que hizo que Juan nuevamente presentara una situación que le obligaría a refugiarse, esta vez,  por varios días en San Gil (Santander).


    A comienzos del pasado mes de marzo –al regresar de su viaje–, estos jóvenes aventureros tuvieron que enfrentar de nuevo su realidad, su rutina.​​​


    El viaje les enseñó a dejar sus prejuicios y a entender que los buenos somos más, que prepararse sicológicamente para enfrentar los obstáculos también es determinante, que no hay que dejarse derrumbar por la ansiedad y las frustraciones, enfrentando la convivencia y hasta las diferencias de carácter.

    “Seguimos hacia La Guajira, pasando por el Magdalena y el bellísimo parque  Tayrona”, cuenta Giorgio, quien se autodefine como un ciclista urbano a quien le gusta vivir aventuras y perseguir sueños.


    LLEGAR AL MAR


    “Cruzar medio país para encontrarlo es una experiencia indescriptible. Cuando lo vimos, se nos llenaron los ojos de lágrimas y fue como vivirlo por primera vez.  Entendimos que el trayecto se construye paso a paso y que esa es la esencia que hace que la experiencia sea inigualable.  Lo importante no son las vicisitudes, sino el poder llegar. Salimos siendo unas personas y llegamos siendo otras”, concluyó Giorgio con emoción.  

    A comienzos del pasado mes de marzo –al regresar de su viaje–, estos jóvenes aventureros tuvieron que enfrentar de nuevo su realidad, su rutina, que esta vez se convirtió en un incentivo para trazar nuevas metas y emprender nuevos rumbos. 

    Historias como la de Giorgio y Juan, hoy se presentan a los jóvenes en escenarios como WorldSkills Américas, sirviendo de inspiración a las futuras generaciones que pueden encontrar en estos jóvenes el punto de partida para vivir sus propias experiencias, para crear, para creer y emprender.  

    HFC/agf
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