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    La hija del SENA que sobrevivió a la tragedia de Armero

    Ibagué (Tolima)
    jueves, 13 de noviembre de 2014
    La historia de Senaida comienza a narrarse en medio de uno de los desastres naturales más devastadores de la historia del país, ocurrido el 13 de noviembre de 1985, justo hace 29 años.
    La hija del SENA que sobrevivió a la tragedia de Armero
    Senaida, casi tres décadas después, trabaja como auxiliar de enfermería en la institución que la vio nacer.​

    ​"Sí, Senaida se escribe con S. Hay que tener sentido de pertenencia", dice emocionada Senaida Liliana Villegas González, cuando habla de su relación con el SENA.

     

    Es porque su vida comienza a narrarse en medio de uno de los desastres naturales más devastadores de la historia de Colombia, ocurrido el miércoles 13 de noviembre de 1985 cuando se desbordaron los ríos Gualí, Azufrado y Lagunilla, en el occidente del país, y se desprendieron grandes masas de nieves perpetuas del volcán Nevado del Ruiz dejando completamente anegada a Armero —una de las regiones más pujantes del departamento de Tolima—.

     

    En esa localidad residía la familia de Senaida. Su madre, Araceli González, tenía ya cuatro hijos y se encontraba en avanzado estado de embarazo cuando, en medio de la noche, escuchó los gritos de sus vecinos y moradores de la población, acompañados del fuerte estruendo que las piedras, palos y la potencia del agua que bajaba de la montaña iban dejando a su paso.

     

    "Con la barriga que tenía me eché el mayor a la espalda y al menor lo cargué; el papá cogió los dos gemelos y arrancamos a correr por donde corría la gente; pero por donde uno iba, venía eso", relata Araceli con su mirada fija en los recuerdos.

     

    ​​​Veintinueve años después, al repasar una y otra vez las imágenes del momento de la tragedia, Aracely nos cuenta que en Armero quedaron sepultados muchos de los suyos.

     

    Veintinueve años después, al repasar una y otra vez las imágenes del momento de la tragedia, Aracely nos cuenta —en medio de las lágrimas— que en Armero quedaron sepultados muchos de los suyos y media vida que se llevó el lodo: "Estoy viva porque Dios así lo dispuso".

     

    En medio de la confusión generada por la multitud que huía de un lado para otro de "eso" —como describe a la avalancha—, se había separado de su esposo y sus otros hijos; y también se había caído varias veces. "Ya no daba más; entonces me arrodillé, le pedí a Dios que se hiciera su santa voluntad y me puse a orar. Luego todo se calmó, ya no había gritería, poco a poco empezó a aclarar, vi a mis otros hijos en una esquina con su padre y también vi que la casa de al lado de la que me había arrodillado ya no estaba".

     

    Desde ese momento empezaron los milagros en la vida de Aracely. Con su familia decidieron ir a ver la casa y se encontraron con la sorpresa que estaba en perfecto estado, que todo estaba en orden; decidieron refugiarse allí y preparar comida para las personas damnificadas que lo habían perdido todo.

     

    Salir de Armero fue muy complicado, primero evacuaban únicamente a los niños y a las embarazadas, pero Aracely no quería que los separaran, pues sentía temor de salir sola con sus pequeños y que los alejaran mientras ocurría su parto. Así que continuaron en la casa durante tres días hasta que las condiciones sanitarias del sector se lo permitieron.

     

    "Nos llevaron a Lérida y nos ubicaron en la Escuela Central de Niñas; de ahí nos trasladaron a Ibagué en una buseta de los organismos de socorro y nos bajaron en el Coliseo. En este lugar me puse a buscar un centro para poder tener la bebé, y el ideal a mi modo de ver era el hospital Federico Lleras Acosta, pues tenía seguridad social; pero no me dejaron porque estaba muy contaminado y en mi condición era peligroso", dice.

     

     LA VIDA QUE LLEGÓ EN MEDIO DE LA TRAGEDIA

     

    Tras la avalancha, se ordena destinar las instalaciones del SENA en el Tolima para prestar servicios de salud; por ello, las actividades de formación se cambiaron por las de atención y acompañamiento a las víctimas durante las 24 horas del día.

     

    Los funcionarios, instructores y aprendices fueron organizados en comités y por turnos, para que atendieran a las más de dos mil personas que llegaron a estas instalaciones convertidas en hospital a causa de la tragedia.

     

    "El SENA no solo entregó la capacidad técnica y humana de sus funcionarios sino también sus instalaciones: pasillos, aulas, talleres, cafetería, enfermería e incluso oficinas fueron el refugio donde gracias a Dios, muchas vidas se pudieron salvar, aunque otras, infortunadamente murieron ante la impotencia de socorristas, médicos, paramédicos e incluso de familiares y amigos", cuenta, el para ese entonces instructor del SENA,  José Alirio Márquez, hoy coordinador académico del Centro de Industria y de la Construcción.

     

    Personal voluntario del SENA encontró la historia de Aracely en el Coliseo de la Unidad Deportiva de la 42; entonces le propusieron trasladarla a las instalaciones de la Regional para atender el parto, sin el riesgo de la contaminación, a lo cual ella accedió con esperanza.

     

    José, el instructor, recuerda que: "En uno de mis recorridos por la Regional observé que una señora empezaba a dar a luz y de inmediato avisé a enfermeras y médicos para prestar la atención adecuada; y allí, ante la tristeza de la muerte y la tragedia, surgió la alegría de la vida, pues nacía una hermosa niña que tuve la oportunidad de cargar".

     

    Esta pequeña nació el 19 de noviembre de 1985 en el aula 116 y fue recibida por el médico Álvaro Hernández; su nacimiento causó gran alboroto y todos proponían nombres para ella.

     

    Aracely comenta que el director de la Regional Tolima del SENA, en ese momento, Mario Echeverry y su esposa Martha, quienes recorrían a diario el lugar, fueron los que le hicieron la propuesta de llamar a la menor Senaida, con s, como una muestra de agradecimiento por el milagro de vida ocurrido en el lugar. El ofrecimiento se cristalizó en una solemne pero emotiva ceremonia, Senaida fue bautizada en las instalaciones de la Entidad y sus padrinos fueron Alberto Galeano Ramírez, el entonces director general del SENA y Martha Quiroga de Echeverry, esposa del director regional.

     

    ​​​"El SENA para mí significa todo. El solo hecho de entrar acá te cambia la vida, no sólo por la oportunidad que me brindó para vivir sino también para formarme".

     

    Un mes después, Senaida y su familia se trasladaron al municipio de Lérida, donde creció y realizó sus estudios de primaria y bachillerato. Allí perdió todo contacto con la Entidad, hasta que un día su padre le sugirió que ingresara a formarse en el SENA.

     

    "Preparé maleta y regresé a Ibagué, y al SENA que me vio nacer para cumplir mi destino. Cuando se dieron cuenta de quién era, me dijeron: ¡Usted es la niña que tanto estábamos buscando!", comenta Senaida al recordar su proceso de selección como aprendiz en el Técnico Profesional en Auxiliar de Enfermería, que adelantó en el 2005. Y este título le sirvió para estar ahora vinculada como contratista del Centro de Comercio y Servicios.

     

    "El SENA para mí significa todo. El solo hecho de entrar acá te cambia la vida y a mí me la cambió el doble, no sólo por la oportunidad que me brindó para vivir sino también para formarme como persona y profesional. Me siento muy afortunada de permanecer aún en la Entidad, porque aquí he tenido experiencias muy hermosas que me han hecho feliz", finalizó.

     

    La tenacidad, la fortaleza y el amor une a estas dos mujeres, quienes vivieron un evento natural que marcó su futuro: Aracely, madre y Senaida, hija, sobrevivieron al horror de la tragedia que dejó miles y miles de muertos, desaparecidos y damnificados. Tanto la madre como el ser que llevaba en su vientre se salvaron al momento de la avalancha y ahora esa vida lleva por nombre el de Senaida en honor a la Entidad que les tendió la mano cuando más lo necesitaron.​

    AAC/MGP/fdo/yac/agf
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