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  • Bienestar

    “Intentaron destruirme; mis manos me salvaron”

    Medellín (Antioquia)
    martes, 16 de diciembre de 2014
    La protagonista de esta historia creció en una comuna de Medellín (Antioquia) . El día que ingresó por la puerta del SENA supo que era el principio de un nuevo ciclo en su vida.
    ​Con esfuerzo e invirtiendo en equipos de última tecnología, Lina María poco a poco dota su 'sp'a de los implementos necesarios para asegurar la efectividad y calidad de los tratamientos. ​​

    ​"Ser mujer, madre cabeza de familia y desplazada por la violencia dentro de mi ciudad fue a lo que me tuve que enfrentar siendo muy joven. Viví con mis hijos en seis casas diferentes en un lapso de nueve años, pero no me dejé vencer; acá estoy y acá me quedo para contarles que sí se puede salir adelante".  

     

    Empuje y decisión, así se describe Lina María Restrepo. Ella es una antioqueña de 38 años, madre de tres hijos a quienes considera su mayor tesoro. La mayor tiene 18 años, el segundo 15 y la menor 'Anita', 11.  

     

    La protagonista de esta historia creció en el barrio Santa Cruz en la Comuna 2 de Medellín. Sus recuerdos de la infancia son buenos y, a pesar de ser un barrio humilde, creció en un buen ambiente familiar, de tradición religiosa y  con mucho respeto hacia sus padres.

     

    Desde los 15 años se interesó por el mundo de la estética y el arreglo personal, por lo que alternaba sus estudios de bachillerato con turnos en un centro de hidroterapia. Allí aprendió a hacer masajes de relajación y luego de reducción. Con el talento que desarrolló en sus manos, que muchos consideran prodigiosas, logró emplearse en tres reconocidos centros de estética de Medellín y el Área Metropolitana.

     

    ​​Desde los 15 años se interesó por el mundo de la estética y el arreglo personal, por lo que alternaba sus estudios de bachillerato con turnos en un centro de hidroterapia.​

     

    Su hija mayor la tuvo a los 19 años, a los 22 quedó en embarazo de su hijo Esteban y cuatro años después, cuando pensó que había encontrado el amor de su vida, quedó en cinta de un joven que vivía en el barrio Villa del Socorro de la misma comuna.

     

    Desafortunadamente, con tan solo un mes de gestación, el fatídico 11 de marzo de 2003, cuando él se dirigía a visitarla, fue asesinado por una de las bandas delincuenciales de mayor presencia en Medellín. La razón: atravesó una frontera invisible y los habitantes de Villa del Socorro tenían "prohibido" ir a Santa Cruz.

     

    Ese día lo recuerda Lina como el peor de su vida, por el cual se desencadena todo un suplicio que de ahí en adelante tuvo que enfrentar. Por presenciar lo sucedido, es amenazada por los mismos combos y debe salir de inmediato con sus dos hijos y el bebé que llevaba en su vientre, convirtiéndose, a partir de ese momento, en una desplazada.

     

    Con el miedo y la prisa por abandonar la ciudad, decide viajar al corregimiento de Doradal en el municipio de Puerto Triunfo. Allí se estabilizó por cuatro años, tiempo en el que pudo sostener a sus hijos mientras administraba un gimnasio, en el cual también realizaba masajes reductores.

     

    Dos situaciones la hicieron regresar a Medellín, la primera, que Anita sufrió un accidente en el que se quebró la mandíbula y allá no había la atención médica que requería;  y, la segunda, porque rechazó el ofrecimiento de un grupo armado ilegal para hacerse cargo de unas propiedades incluido el gimnasio en el que trabajaba.

     

    Entonces, con maleta en mano, decide emprender el viaje de regreso con sus hijos. Durante las casi cuatro horas de recorrido en bus pensaba en cómo la recibiría su natal Medellín, soñaba con que todo hubiese quedado en el pasado, pero la realidad que la esperaba era otra.

     

    "En 2008 me tocó llegar a la casa de mis suegros en el  barrio Villa del Socorro, donde seguía operando el mismo combo que había asesinado a mi novio. Pocos días pasaron para que se enteraran de mi llegada y las amenazas no se hicieron esperar, a tal punto que luego de varios intentos una noche ingresaron a la casa varios hombres armados, iban por mí pero yo alcancé a coger a los niños y salir por la otra puerta, hui con tan solo lo que tenía puesto y me fui para la casa de mi mamá".

     

    Esa persecución desencadenó en Lina una enfermedad llamada trastorno de pánico, estuvo varios meses en tratamiento médico, pues la alteración nerviosa y la depresión la llevaron a una grave desnutrición que por poco le cuesta la vida, pasó de 54 kilos a 40. Debido a esto llegó a pensar en la muerte como opción, pero el amor de sus hijos fue más fuerte y se aferró a la vida.

     

    Recuperada y con el apoyo de su madre y  la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), denunció formalmente a la banda Los Triana por los dos desplazamientos forzados que había sufrido y por poner en peligro su vida y la de sus hijos. Es entonces cuando es registrada formalmente como víctima y es allí, en la UARIV, donde la impulsan a buscar al SENA como opción de formación.

     

    ​​"Como el SENA me había certificado en Emprendimiento apliqué a una convocatoria y me dieron, por mi condición de víctima, un capital semilla inicial por 800 mil pesos".​​

     

    Así fue. El día que ingresó por la puerta del SENA supo que era el principio de un nuevo ciclo en su vida. Anhelaba volver a recibir clases y a lo primero que se inscribió fue a digitación, luego secretariado, archivística, sistemas, arreglo de uñas y emprendimiento.

     

    Mientras estudiaba, Lina trabajaba medio tiempo para sostener su familia; poco a poco volvió a sus labores de esteticista. Empezó por alquilar un espacio dentro de una peluquería pagando 150 mil pesos de arriendo, ella misma fabricó las camillas con una cama metálica que dividió en dos partes y allí empezó a realizar los masajes relajantes y reductores a sus clientes.

     

    "Justo cuando me estaba empezando a ir bien, el cuñado que vivía con nosotros desarrolló una condición de esquizofrenia por lo que nuevamente me tocó trastearme y empezar de cero. Sin embargo, como ya el SENA me había certificado en Emprendimiento, apliqué a una convocatoria de la Alcaldía de Medellín y me dieron, por mi condición de víctima, un capital semilla inicial por 800 mil pesos, con los cuales pude comprar mis primeros elementos para ir montando mi spa".

     

    Durante 2012 el destino los llevó a vivir en el barrio Popular 1. Allí Lina ubicó su negocio en un punto estratégico en el que ya contaba con clientela fija. Por segunda vez se hizo acreedora a recursos de la Alcaldía, esta vez por un millón 600 mil pesos, con los que siguió fortaleciendo su negocio para mejorar la calidad de vida de sus hijos.

     

    Como si no fuera suficiente todo lo que ya le había pasado, doña Leticia Restrepo, madre de Lina cuenta que "a los niños decidimos darles un perrito, pero un día Toby mordió a un hombre que resultó ser el integrante de otra banda delincuencial, esta vez era la banda del Popular. El hombre ofendido iba a matar al perro y mi hija Lina se metió e impidió que mataran a Toby, pero entonces la amenazó con matar a mi nieto y esa misma noche abandonaron esa casa". 

     

    Lina respira, se queda en silencio unos segundos y retoma la conversación luego de escuchar a su madre. Con los ojos a punto de dejar escapar las lágrimas cuenta que nuevamente sintió que todo se le derrumbaba, pero tenía de levantarse y seguir.

     

    2013 lo inició con un cambio radical en su vida, decidió alquilar una casa en otro barrio totalmente distante de la Comuna 2, empezó a practicar la religión Cristiana, trabajó por horas en diferentes spa, volvió al SENA y por intermedio de la Agencia Pública de Empleo recibió de nuevo acompañamiento y formación en emprendimiento y planes de negocio.

     

    "Lina es un ejemplo de mujer para todas las víctimas que ha dejado el conflicto en este país. Ella llegó de nuevo a nosotros para darnos la oportunidad de apoyar su proceso de crecimiento profesional y, de alguna manera, dar nuestro granito de arena para que desde su cualificación mejore sus condiciones de vida y las de su familia", comentó con agrado José Fernando Gutiérrez, líder del programa de atención a población vulnerable de la Regional Antioquia del SENA. 

     

    En la Iglesia Cristiana a la que asiste, Lina conoció a quien asegura es el verdadero amor de su vida. Un hombre en el que encontró la paz y el amor incondicional para ella y sus hijos, por lo que decide bendecir esa unión con el matrimonio y empezar con él la vida que tantas veces le fue negada.

     

    "Estoy totalmente convencido de que mi esposa es una gran mujer, me siento orgulloso de su valentía y la dedicación que le pone a todas las cosas que emprende, por eso, estoy seguro que saldremos adelante con nuestro hogar", así, con amor y admiración, describe Néstor Sánchez a su esposa.

     

    Mientras se formaba en el SENA, Lina trabajaba medio tiempo para sostener su familia; poco a poco volvió a sus labores de esteticista.​​

     

    A principios de 2014, Lina recibe de nuevo recursos de la UARIV y la Alcaldía de Medellín por 2 millones de pesos para poner en marcha su plan de negocio.

     

    Actualmente viven en un barrio humilde de la ciudad, pero alejado de los problemas del pasado. Su hija mayor es estudiante universitaria, el segundo está terminando la secundaria y la pequeña también está en el Colegio. En su casa acondicionó un espacio para poner en  funcionamiento el Spa, el cual ya cuenta con equipos de vacunterapia, exfoliación, ultrasonido, camillas, entre otros.

     

    Lina volverá a ser aprendiz el próximo año, cuando inicie el programa técnico en cosmetología en el SENA, por lo que aspira, con este título, poder ampliar su negocio y empezar a generar empleo para más mujeres que, como ella, merecen una segunda oportunidad. 

     

     DESPLAZAMIENTO FORZADO INTRAURBANO, VIOLENCIA QUE SE GESTA DESDE EL BARRIO

     

    A diferencia del desplazamiento en el campo y en las cabeceras municipales, este se gesta en la ciudad en medio de una violencia invisible para muchos pero que es cíclica y que persiste debido a la proliferación de bandas criminales y microtráfico. Aunque hay políticas y avances en esta materia que se vienen implementando en las comunas de las principales ciudades del país, como pactos y desarme, este flagelo se vive a diario en los barrios populares.

     

    Según un informe de la Personería de Medellín, durante 2013 se recibieron 1.535 declaraciones por desplazamiento forzado intraurbano en la capital antioqueña, para un total de 5.017 personas afectadas, de las cuales 2.739 son mujeres y 2.278 hombres. De acuerdo con esta medición, voceros del organismo de control de Medellín, afirman que este tipo de desplazamiento afecta más a la población femenina, como es el caso de Lina María.

     

    Es aquí donde el SENA juega un papel fundamental para proporcionar, a los cerca de 5 millones de  colombianos víctimas del conflicto, oportunidades de formación para el trabajo, para que en su camino de reparación y reinserción laboral encuentren más y mejores opciones y así puedan mejorar su calidad de  vida.​

    YAC/agf​
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