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  • Bienestar

    Comunidad embera chamí produce café de origen

    Jardín (Antioquia)
    martes, 26 de mayo de 2015
    En el suroccidente antioqueño, los primeros indígenas de la subregión formados en Cafés Especiales se unieron para comercializar y mejorar la calidad de su producto.
    Comunidad embera chamí produce café de origen
    ​Con el programa ‘Antioquia: origen de cafés especiales’ más de 4.500 familias han descubierto la posibilidad de darle valor agregado a sus lotes sembrados. El SENA brindó formación complementaria, el año anterior, a cerca de 3 mil personas.
    Originariamente el café no pertenecía a su pueblo; posteriormente a la colonización y al reasentamiento lo hicieron parte de sí, se correlacionaron con él, lo convirtieron en un aspecto fundamental de su cultura y hoy hace parte de la vida de cada ser.

    Karmata Rúa o Cristianía es el resguardo embera chamí más grande de Antioquia, el cual está ubicado en Jardín –al suroccidente del departamento–; allí conviven 1.632 miembros de esta etnia, en un territorio de paisajes cafeteros, en un área de 400 hectáreas, de las cuales 350 están cultivadas con el producto insignia de nuestro país. Hoy, algunos de sus miembros, son los primeros indígenas de la subregión en recibir formación en Cafés Especiales.

    “El SENA aporta el conocimiento que nosotros usamos, en pro del colectivo y la producción cafetera, para continuar la tradición”.​​​​​​

    “El café siempre ha existido en esta zona; para nosotros además de un grano para hacer una bebida es una planta mágico-religiosa con la que hacemos curaciones, conjuros, cerramientos del cuerpo, lavados gastrointestinales y ritos de abundancia”, cuenta Fredy Tascón, el hombre embera chamí que tuvo un sueño que se materializa.

    Los indígenas de Karmata Rúa comercializan el producto desde 1981, pero el ejercicio se venía haciendo de forma desordenada, ya que cada productor vendía a la cooperativa del municipio de Andes y no había control sobre cantidades ni precios.

    Hace cinco años a algunos de ellos se les ocurrió la idea de crear una asociación para comercializar como grupo; esto traería más beneficios en términos de precio por volumen de grano. Así nació la Asociación de Productores Indígenas de Café (Asopic). 

    De esta manera comenzó el proceso de vender la idea a toda la comunidad, de romper los tabús, de educar  y convocar. De 452 familias cafeteras ya hay 135 que comercializan el producto.

    La gobernadora del cabildo, Amanda González Yagarí, manifestó que “es muy importante fortalecernos. Trabajamos por mejorar la economía y avanzar para que se pueda comercializar directamente, sin intermediarios”.

    Las montañas antioqueñas son las que tienen la mayor cantidad del grano sembrado en el país;  en 2014 se contabilizaron 131 mil hectáreas. El espacio ocupado por millones de cafetos son la razón por que la Gobernación desarrolló la estrategia ‘Origen de cafés especiales’, con la que que busca darle valor agregado al volumen producido en estas tierras. 

    Dentro del programa se contempló la formación de los caficultores; por esta razón se creó la Escuela de Café de Antioquia, la cual se desarrolla en articulación con el  SENA.

    “La Escuela trabaja por la calidad de la producción del grano en el departamento, contribuyendo a que los caficultores generen un grano con valor agregado, un café especial”, dijo Jenny Velázquez Álzate, gerente del programa.

    Creada la asociación, el siguiente paso fue más arriesgado; ya no solo se trataba de vender por volumen sino generar un grano con identidad y de calidad: un café de origen cultivado con las mejores prácticas agrícolas. 

    “Organizarnos, generar desarrollo y producir café especial, esos fueron los tres objetivos iniciales que nos pusimos al iniciar este camino. Hoy producimos un café especial diferenciado, con nuestra cosmogonía y visión como pueblo embera”, manifestó orgulloso Fredy, quien en este punto de la historia ya es el presidente de Asopic. 

    Actualmente, 30 productores de la asociación realizan un proceso de formación complementaria con el SENA en Caracterización Sensorial del Café, es decir, están aprendiendo a qué sabe el grano. Se trata de conocer el producto, diferenciar lotes y así ofrecer una gran variedad de cafés de origen, de esos que se pagan a precios elevados en mercados especializados de consumidores con paladares exquisitos. 

    “El SENA aporta el conocimiento que nosotros usamos, en pro del colectivo y la producción cafetera, para continuar la tradición. Para esta comunidad el café ya es ancestral y queremos recuperar las semillas heredadas por nuestros abuelos de valorar la madre tierra”, manifestó la gobernadora Amanda. 

    Hoy el sueño de la comunidad se materializa y tiene aroma y sabor, huele a café recién hecho y en boca ya produce notas dulces, mezcladas con durazno, limoncillo y lima.​

    JCO/agf
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