¿Cómo atraía  a los obreros para formarse?

Al comienzo el Ministerio del Trabajo me regaló seis buses y yo me iba a las puertas de las fábricas, pronunciaba un discurso a los trabajadores invitándolos al instituto a formarse y así duramos cuatro años. Iba sitio por sitio con un megáfono invitaba a los trabajadores y los llevaba a la Ciudad Universitaria porque El SENA nació en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional.

¿Cuánta gente tenía en ese instituto y como se da la transformación?

El instituto llevaba 10 mil alumnos a punta de megáfono y discurso; cuando llego la Junta Militar de Gobierno, después de la salida de Rojas Pinilla, uno de los miembros de la Junta Militar era el almirante Rubén Piedrahita, quien con el ministro del trabajo, Raimundo Emiliani, creamos el SENA, que se financiaba con el uno por ciento del salario que pagaban las empresas.

Luego pasó algo extraordinario, las empresas estaban tan contentas con el SENA que pasamos al 2 por ciento por iniciativa de ellos. Los gremios apoyaron la idea; esto fue en cuatro años.

¿Con qué tipo de formación se inició?

Formábamos  trabajadores calificados; así se denominaba torneros, toda la línea eléctrica, gente de todos los sectores económicos se formaban en el SENA y salían como trabajadores calificados. Eran aprendices y el resultado de la formación de los aprendices era el trabajador calificado en 800 oficios.

Nosotros hicimos un estudio muy importante de los oficios que tenían vigencia en España y formamos trabajadores calificados en esos oficios. Después formamos técnicos y la idea era seguir subiendo.

¿Cómo ha visto el desarrollo del SENA y hacia donde deberíamos ir?

El SENA tiene que seguir creciendo formando trabajadores calificados a través del contrato de aprendizaje. Yo trabajaba mucho con los consejos regionales y evaluábamos los resultados de lo que se venía haciendo; los consejos regionales fueron definitivos para que la entidad funcionara correctamente.

El contrato de aprendizaje no lo inventé yo, el contrato de aprendizaje existía en todos los países de Europa después de la Segunda Guerra Mundial; era el mecanismo para contratar jóvenes que se capacitaban en institutos.

Del contrato de aprendizaje depende el futuro de los trabajadores del país.

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